PROVERBIOS MORALES
Ucronías
La ucronía (léase 'memoria democrática') es un tipo de discurso guiado por el deseo consciente de la destrucción del pasado
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Iniciar sesiónEn 1986, el por entonces jovencísimo Emmanuel Carrère publicó uno de los ensayos mayores de la milagrosa segunda mitad del siglo XX, una época verdaderamente dorada de la historia de la humanidad, que siguió a la más espantosa de todas y precedió a otra que ... promete no desmerecer de su puñetera abuela: 'El estrecho de Bering' trata sobre la 'ucronía', es decir, sobre el género de aquellos discursos que ofrecen alternativas al pasado irreversible. Si la utopía versa sobre lo que no tiene lugar, la 'ucronía' lo hace sobre lo que nunca ocurrió porque no tuvo tiempo, y lo hace con la voluntad de abolir y suplantar lo que realmente aconteció. La primera fase (a veces, única) de toda 'ucronía' es la 'damnatio memoriae'.
Tras el asesinato del verdugo estalinista Beria, los suscriptores de la Enciclopedia Soviética recibieron una carta de la editora estatal en la que se les instaba a recortar con una cuchilla de afeitar la voz 'Beria, Lavrenti' y a sustituirla por un recuadro de papel que se adjuntaba en el sobre y en el que se había impreso la información correspondiente a 'Bering, estrecho de'. Ni siquiera se contemplaba la posibilidad del palimpsesto: la memoria de Beria debía ser aniquilada, como las imágenes de Trotsky, que habían sido borradas por completo de las fotografías de la Revolución por orden del propio Beria, en quien Stalin solía delegar minucias como esta y otras más sangrientas.
Como observa Carrère, la 'ucronía' está guiada por la voluntad consciente de la destrucción del pasado. Por tanto, «la alteración no es gratuita ni inocente, pues está al servicio de un objetivo y la elección de la causa no es más que el efecto de un deseo».
La izquierda española del siglo XXI no es más que una máquina deseante empeñada en extinguir la memoria de 1) los crímenes de sus antepasados –o no tan antepasados– desde la insurrección contra la II República en octubre de 1934 hasta el final de la Guerra Civil que aquellos buscaron y perdieron; 2) la Guerra Civil misma; 3) el franquismo que no consiguió derrocar; 4) el pacto democrático de 1978 que instauró la monarquía constitucional y 5) los crímenes de sus aliados separatistas desde dicho pacto hasta hoy. Lo peor es que, de entrada, la izquierda desconoce el propio pasado que pretende arrasar, porque lo que contaron sus hordas 'docentes' de vagos y maleantes a tres generaciones de burritos con chandal fue un batiburrillo de mentiras y babosadas. Recuérdese aquel «¡arderéis como en el treinta y seis!», de la entusiasta quemacuras podemita ante la capilla de la Complutense. No, 'tía': los conventos e iglesias ardieron ya en el treinta y uno. Pero es que os explicaron en las aulas que las izquierdas querían República y Democracia, pobres lerdas y lerdos, y comulgasteis devota y fanáticamente con esa y otras muchas piedras de molino.
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