EN OBSERVACIÓN
Tamames desencadenado
El candidato de Vox sublima y actualiza aquel 'Rodea del Congreso' de 2012
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Iniciar sesiónLa disciplina de partido consiste aproximadamente en que te pregunten por el Tito Berni y lo niegues tres veces. «De hola y adiós», responden a coro los diputados socialistas que a lo largo de esta legislatura han compartido votos concertados –síes son síes y noes ... son noes– y estrecheces parlamentarias con Fuentes Curbelo, el servidor público que iba a las saunas y alternaba con las sicalípticas para comprobar si la temperatura de estos locales se ajustaba a lo establecido en el decreto de medidas de ahorro, eficiencia energética y reducción de la dependencia del gas natural, vigente hasta el próximo noviembre y conocido en el sector del aire acondicionado y la calefacción central como el decreto de las corbatas, por el disciplinado ejercicio de desprendimiento textil con que los diputados socialistas, todos a una, se abrieron la camisa y enseñaron el pescuezo. La disciplina de partido consiste en que te pregunten por el Tito Berni y lo niegues tres veces, como la cúpula del PP cuando Pablo Casado iba camino del calvario. «Era de perfil bajo», responden los apóstoles de una bancada socialista que, ahora con corbata, se acuerdan del diputado Fuentes Curbelo cuando truena Juliette, borrasca de frío polar con nombre de fulana de entretiempo.
La irrupción de Ramón Tamames en la Cámara Baja de las obediencias debidas y las adhesiones inquebrantables representa un hito democrático, por lo que tiene de fractura de un modelo de partidos en el que la disidencia personal conduce a la exclusión tribal y donde la soberanía nacional no pasa de ser el eslogan de una franquicia prefabricada por las distintas formaciones políticas. Desde que Ibarretxe subió en 2005 a la tribuna para defender su planazo, en el Congreso no se ha escuchado una voz más alta que otra, si acaso una abstención –pellizco de monja o de apóstol negacionista–, lo que al margen de la extravagancia que encarna el candidato de Vox y su instrumentalización partidista aporta al Congreso la anomalía de la independencia y el valor de ese caballo de Troya al que, según relincha, suelen comerse los leones de la puerta. Ni siquiera el germen callejero de Podemos con su 'Rodea el Congreso' de 2012, inspirado en el mismo 'no nos representan' que ahora enarbola Vox para censurar a Pedro Sánchez, había llegado tan lejos. A los leones ni se arrimaron.
En un ciclo político que comenzó en 2016 con el «no es no» de Pedro Sánchez, declaración de intenciones sobre el sometimiento de los partidos a la voz de su amo y la anulación del debate interno, la ocurrencia de fichar a Tamames, impregnada de folclore retro y nostalgia transicional, es un gesto saludable por desestabilizador, una salida de tono contra de la marcialidad parlamentaria con que los diputados se saludan y descalifican en función de los estándares impuestos por sus respectivos estados mayores. Atravesando el túnel del 'no nos representan' y el comedero de los leones, de 'Rodea el Congreso' pasamos al candidato Tamames. Que hablando de todo un poco –y mal, como manda el protocolo de cualquier censura– el veterano economista le meta un viaje a Vox sería un alarde de indisciplina y de soberanía, nacional y particular. El resto es obediencia.
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