La estrella europea en educación

El sistema escolar estonio no es muy diferente al de otros países europeos, y la inversión en educación tampoco es excepcional. El nivel preescolar no es obligatorio, pero la mayoría de los niños asisten a él, y tiene una misión educativa y un horario de lunes a viernes. Cuando los estudiantes comienzan la escuela a la edad de siete años, son capaces de leer por lo general. La mayoría de las escuelas primarias y secundarias son municipales y aceptan estudiantes de la zona, pero también pueden acoger a otros si hay vacantes. El arte, la música, la artesanía y la economía doméstica son obligatorios, y la música se considera un rasgo distintivo de la cultura estonia.

Hay alrededor de un 8 por ciento de escuelas concertadas. Estas reciben la misma asignación que otras escuelas para sus gastos, pero además los padres pueden aportar recursos hasta cierto nivel. Estas escuelas pueden tener una orientación especial o una pedagogía diferente y son apreciadas por ofrecer alternativas. Algunas están dirigidas a estudiantes que necesitan un ambiente tranquilo. Los institutos de Bachillerato y las escuelas de Formación Profesional pueden ser tanto municipales como estatales, pero la idea es convertir en estatales todas las escuelas de este nivel y coordinarlas.

Un rasgo importante es que las decisiones se toman lo más cerca posible de los estudiantes. Todo lo que el profesor pueda decidir debe ser decidido por el profesor, como la compra de libros. Otras decisiones recaen en el director, luego en las autoridades escolares locales, luego en la región y finalmente en el Estado.

Hay pruebas diagnósticas después de cuarto y séptimo grado que son utilizadas por las propias escuelas para ver si han mejorado. Por otro lado, los exámenes nacionales después del noveno grado son obligatorios e incluyen el idioma estonio, las Matemáticas y una asignatura a elección del estudiante, que puede ser, por ejemplo, Inglés, Física o Historia. Después del Bachillerato, hay una reválida, que es la base para la admisión a la Universidad.

En el ámbito de la formación profesional, Estonia ha emprendido una reforma para mejorar los conocimientos generales de los estudiantes. La reforma tiene varias etapas. La primera es que la escolaridad obligatoria se elevará a los 18 años, lo que Finlandia ha hecho con buenos resultados. Anteriormente, el 10 por ciento de los jóvenes finlandeses no trabajaban ni recibían formación después del noveno grado, es decir, eran 'ninis', pero ahora la cifra se ha reducido al 4 por ciento.

El segundo paso son tres tipos de 'gap year', es decir, de año sabático, después de la escuela obligatoria. La primera opción es dedicar un año a llenar el 'vacío' que pueda haber aparecido en el conocimiento del estudiante antes de que continúe sus estudios.

La segunda brecha es 'motivacional'. El estudiante puede estar indeciso sobre la elección de la carrera. Por eso se le ofrece la oportunidad de probar diferentes profesiones y aprendizajes durante un año, y luego poder elegir un camino. La tercera brecha es lingüística. Los alumnos cuya lengua materna es el ruso o el ucraniano pueden tener que mejorar su dominio del idioma estonio durante un año para poder terminar sus estudios exitosamente.

En cuanto a los docentes, como en la mayoría de los países europeos, Estonia tiene escasez de profesores. La población de Estonia está disminuyendo lentamente y los salarios de los profesores no atraen a los mejores estudiantes. No será posible contratar más maestros. Por lo tanto, Estonia está invirtiendo en la formación de sus docentes y, al mismo tiempo, utilizando la IA para liberar a los docentes de las tareas rutinarias.

Esta estrategia fue útil durante la pandemia. Los docentes estonios llevaban cinco años recibiendo formación en materia de aprendizaje digital y podían cambiar fácilmente a ella durante los tres meses que las escuelas estuvieron cerradas.

Al mismo tiempo, Estonia está tratando de desarrollar el aprendizaje de los estudiantes proporcionando un aprendizaje personalizado, usando la IA, pero también mediante el uso de maestros asistentes y dando lecciones adicionales en la escuela.

En Estonia, la «enseñanza centrada en el alumno» significa que los alumnos reciben la educación más eficaz posible. Las metas del estudiante no están determinadas por el propio estudiante, sino por el ambicioso plan de estudios y por los adultos, y el lema es «Apunta alto. Trabaja duro». El currículo es explícito en requerir que los padres apoyen el aprendizaje de sus hijos.

Desde la época soviética ha habido escuelas en las que se ha enseñado en ruso. Esto está en camino de cambiar porque no hablar estonio con fluidez ha sido un obstáculo para el futuro de los estudiantes de habla rusa. Además, ha sido un problema para todo el país que no todos hablen la lengua común. Los alumnos de habla rusa también han tenido un resultado académico general más bajo por varias razones. Ahora estos alumnos estudian en estonio con un apoyo lingüístico adicional. Se trata de la mayor reforma educativa estonia en décadas.

En la formación de los docentes, los futuros profesores empiezan con al menos tres años de formación académica básica en sus asignaturas de enseñanza, seguidos de una preparación pedagógica que incluye Didáctica y Psicología del Desarrollo. La formación docente sigue pautas tradicionales y no se percibe como ideológica.

Estonia tiene la intención de ir aumentando los salarios de los docentes, pero no será posible de inmediato. Una gran parte del presupuesto de educación se gasta en nuevos edificios escolares. Los heredados de la era soviética están desgastados, no son aptos para su propósito y están en el lugar equivocado. Desde que se abolió la economía planificada, gran parte de la población se ha trasladado a otras partes del país.

Los excelentes resultados de Estonia no tienen que ver únicamente en las decisiones recientes. El respeto por la educación está ligado a la historia del país. Las escuelas de aldea y los maestros existían mucho antes de que existiera el Estado estonio. Ser maestro ha sido visto históricamente como una contribución a la nación. Estonia 'cree' en la educación, y más de la mitad de los jóvenes esperan tener una vida mejor que la de sus padres.