columnas sin fuste
El aristoso asunto
El TC ha demostrado ya que no puede poner límites a ciertas leyes, ni impedir actos contrarios a la Constitución
Apenas repuestos de la fuerte campaña propagandista con la que el Gobierno defendió la omnipotencia del parlamento como 'soberano popular', empezamos a ver de qué fibras está compuesto el órgano encargado de domar a semejante morlaco: el Tribunal Constitucional o TC.
Una de las nuevas ... magistradas, María Luisa Segoviano, ya nos va informando: «El derecho de autodeterminación es un tema complejo y con muchas aristas que en su momento habrá que estudiar». Si la nación era asunto «discutido y discutible», la autodeterminación será asunto aristoso, palabra que podría significar 'asunto propio de los mejores' pero solo significa 'asunto con muchas aristas'.
No fue lo más sorprendente que dijo la jurista, para quien la Constitución «tiene todavía mucho que dar». No nos cabe duda. La Constitución es una mina de wolframio, y aun hay mucho que extraer de ella (¿me atreveré a decirlo? ¿seré capaz?...¡Constitución, mina de Antiespaña!). Y los mineros encargados de esa prospección van a ser los magistrados del TC. Segoviano hizo de heraldo (pero ¿por qué no heralda?) del Tiempo Nuevo y anunció que es «la hora de las mujeres», como si eso nos fuera a tranquilizar. La presidencia del órgano se decide entre Conde-Pumpido y María Luisa Balaguer, que en una entrevista en RNE tuvo la generosidad de explicar la visión providencial que tiene de su trabajo. Doña María Luisa no está solo para aplicar la Ley, sino para «superarla», hacia lo que ella considera «avanzar» (esto lo ha sustantivado Pedro Sánchez en 'el avance'), según un constructivismo que da al juez la facultad (ella dijo el derecho) de ir más allá, un plus ultra que no es el 'de la ley a la ley' sino, en este caso, el 'de la ley a lo que diga María Luisa' según sus antenas progresistas y teleológicas.
Entre el feminismo 'empático' de Segoviano que considera aristoso el derecho a la autodeterminación y el constructivismo de Balaguer de ir más allá de la ley, del TC se puede esperar, no que sea estricto límite sino habilitador de fórmulas y razonamientos para ir haciendo constitución poco a poco. El TC ha demostrado ya que no puede poner límites a ciertas leyes, ni impedir actos contrarios a la Constitución, y teniendo claro de lo que no es capaz se nos va a revelar su auténtica función: segregar Constitución, sin que el Poder Constituyente se entere, por supuesto, pues todo quedará entre los partidos y la casta sacerdotal afín de los magistrados, arúspices del 'avance'. La Constitución del 78 'nos la dimos' entre todos, pero la hicieron unos pocos y otros pocos la deshacen sin dejar de seguir haciéndola, como un hilo de Ariadna, pues los mismos que permiten que se desteja la van tejiendo por otro lado. Se dedican a tricotar constitución. Unos dirán que ese ganchillo palabrero servirá para encontrar una salida al laberinto del 78; otros (menos) que para tejer, como abuelas 'tricoteuses', un jersey a medida del poder.