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La Tercera

Memoria de Isabel II

«La muerte de la Reina ha coincidido con el momento de su máxima popularidad. Compararla con los líderes políticos es obligatorio. Cuando vino a reinar, la joven Isabel se hallaba rodeada de grandes personajes, de una categoría que ya parece inalcanzable»

felipe Fernandez-Armesto

La Monarquía se está poniendo de moda, gracias, más que nada, y por lo visto, a una persona única. Una encuesta reciente del 'U. S. News and World Report', llevada a cabo en 79 naciones, intentó identificar los países del mundo donde la gente quisiera ... vivir. De los diez destinos más buscados, ocho eran monarquías, presididas por casi todos los monarcas constitucionales del mundo. Entre ellos venían España, los países escandinavos y Holanda. Las únicas repúblicas añoradas por el público internacional eran Suiza e Italia. Pero tal vez lo que más llamó la atención fue que tres de los países más estimados compartían un solo jefe de Estado: la Reina Isabel II, del Reino Unido, Canadá y Nueva Zelanda, sin contar los que su título oficial llama «sus demás reinos y territorios». Ya que la vida de ese gran personaje ha tocado a su fin, cabe preguntar por qué y cómo pudo lograr ese nivel de éxito, de popularidad y hasta de amor. ¿Qué tenía de especial esa anciana y venerable mujer?, ¿se trata de un mito nostálgico, de una fórmula política o de un fenómeno racionalmente inexplicable del capricho humano?, ¿o es que el carácter de la Reina llevaba el secreto de la admiración extendida en gran parte del mundo?

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