TIGRES DE PAPEL
Que Sánchez se quede o se vaya es lo de menos
La actitud del presidente ha quebrado el pacto implícito por una realidad compartida
Aclamación melancólica en Ferraz
Sánchez o la adicción al riesgo
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Iniciar sesiónQue Sánchez se quede o se marche, en el fondo, es lo de menos. Su amago epistolar-populista ha servido para degradar, aún más si cabe, la conversación pública en España. Ha permitido, por ejemplo, que periodistas de una larga trayectoria renuncien a los ... principios de su profesión y llamen golpistas a colegas que han publicado una información veraz sobre Begoña Gómez que nadie ha desmentido.
La misiva de Pedro Sánchez nos ha permitido constatar que en España hay miles de personas que hacen un uso religioso del credo político. Han vivido siempre entre nosotros, pero hasta ahora no se habían manifestado con tanta vehemencia. Personas, por ejemplo, que deciden creer a Ione Belarra, que compareció con una camiseta con la cara del hermano de Ayuso estampada en el Congreso, y ahora carga contra quienes examinan legítimamente el entorno del presidente. Esta semana hemos visto a Óscar Puente, el ministro más grosero y agresivo de la democracia, clamar por las formas y por la palabra pública, como si fuera Castelar o un habermasiano de primera hora. Resulta tan inverosímil creerle que sus adeptos, al aplaudirle, demuestran que su adhesión prevalecerá incluso por encima de los hechos.
La conmoción emocional ha sido capaz de quebrar a personas que creíamos cabales. Que una mujer habitualmente prudente como Diana Morant insista en que no pueden ganar «los malos» resume la esencia del inconsciente político de muchos: quienes no piensan como ellos son los malos y si, en efecto, los millones de españoles que no votan al PSOE o aliados son el mal, la inquietante pregunta que se hace obligatoria es hasta dónde estarían dispuestos los socialistas para frenar a las luciferinas fuerzas oscuras.
Ver a adultos funcionales creer con convicción en cosas ridículas no da risa ni sonrojo, sino miedo. Cuando Patxi López exclama «no pasarán», me pregunto si él está de verdad creyendo que la prensa crítica con el Gobierno es una transmutación de Rudolf Hess. De igual modo, que cabeceras que un día fueron rigurosas hayan incorporado conceptos como el 'lawfare' con una naturalidad que Pablo Iglesias aplaudiría gustoso resulta enormemente desconcertante.
Sánchez se irá o se quedará, pero esto es casi irrelevante, pues su legado ha servido para terminar de erosionar un pilar principal de la convivencia como es el pacto implícito por una realidad compartida. Su última maniobra ha roto un suelo de interpretación común en el que los españoles podían confiar y disentir, sí, pero desde un acuerdo mínimo que nos permitía distinguir dónde empieza la realidad y dónde la ficción interesada. Sánchez amaga con irse como un mártir antifascista alucinado y acusa a los demás de aquello que él siempre hizo. No me preocupa que lo intente. Lo que me parece aterrador es que haya tanta gente dispuesta a creerle.
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