TIGRES DE PAPEL
El problema nunca fue el 'procés'
Que el plan de Puigdemont haya fracasado es algo irrelevante, puesto que lo verdaderamente injusto es la causa a la que asiste
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Quienes intentan legitimar la quiebra del régimen fiscal común a cambio de la investidura de Salvador Illa suelen señalar que la llegada del exministro de Sanidad a la Generalitat supone, de alguna manera, el final del 'procés'. Lo que ocultan quienes esgrimen ese argumento ... es que el mencionado proceso soberanista no constituye más que una herramienta esperpéntica al servicio de una causa mucho más lesiva, que pasa por extranjerizar a millones de españoles en su propio país tras décadas de adoctrinamiento social.
Que el 'procés' haya terminado, cosa discutible, es algo irrelevante, puesto que lo verdaderamente injusto es la causa a la que asiste. Que la estrategia mesiánica iniciada en 2012 por Artur Mas y Oriol Junqueras se demuestre obsoleta o que el independentismo arbitre nuevas fórmulas para cumplir sus objetivos es una mera cuestión táctica. El problema no es, ni siquiera, que el PSC asuma como propias las doctrinas procesistas, sino que se convierta en el cooperador necesario de una estrategia mucho más eficaz y silenciosa.
Como en la metáfora del tonto, el dedo y la Luna, cabría decir que el 'procés' es lo de menos. Junts ha demostrado que con siete escaños en el Congreso es capaz de determinar el rumbo de la política nacional. Por su parte, ERC, apoyando desde fuera al Gobierno de Salvador Illa, ha podido trazar una hoja de ruta separatista mucho más eficaz que la que desarrolló desde la propia presidencia de la Generalitat.
Hay quien piensa que un político de apariencias templadas como Illa y que hasta se adorna citando (mal, por cierto) a Karl Popper es un caballo de Troya idóneo y un instrumento lo suficientemente sofisticado como para que el independentismo avance en sus objetivos. El problema es que es el propio 'president' quien en su discurso de investidura presentó sus credenciales iliberales sin que ningún 'indepe' tuviera que susurrarle receta alguna. Para la historia quedará una cita nada inocente: «Nadie ha de ser detenido por los hechos que los representantes de los ciudadanos han decidido amnistiar».
Guarden esa cita en su memoria porque el aserto es inquietante no en lo que tiene de falso, pues la ciudadanía española rechaza la amnistía, y si se trasladara a los escaños socialistas la proporción de militantes que votaron en contra de la propuesta nunca se habría aprobado. Lo peligroso de la frase es que de verdad Salvador Illa considere que el poder de decisión de un pueblo puede someter al propio imperio de la ley y a la norma fundamental. Olvidemos el 'procés' y a Puigdemont, y que los traumas del pasado no distraigan la atención de todo lo que se nos viene encima. Illa no sólo le ha dado la razón al 'procés', como señaló Borell, sino que le ha brindado a la insolidaria causa independentista algo mucho más provechoso: un traje de camuflaje democrático.