TIGRES DE PAPEL
El Ateneo, o combatir a Sánchez con sanchismo
El principal enemigo del pensamiento único no es la uniformidad ideológica de signo contrario, sino el pluralismo
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No cabe duda de que pocos gobiernos en democracia han politizado más las instituciones que los de Pedro Sánchez. Así lo prueban las reacciones de muchos altos funcionarios y de la práctica totalidad de los operadores jurídicos. Antiguos ministros que pasan al TC o ... a la Fiscalía General del Estado, exsecretarios de Estado que se convierten en presidentes de la Agencia EFE o colegones de antaño del presidente puestos al frente de empresas públicas son, sin duda, un motivo para el escándalo. Este mismo hecho se demuestra, también, echando un vistazo a los currículums de los cargos de libre designación que pueblan nuestros 22 ministerios y en la retórica hiriente con la que una portavoz del Gobierno se permite llamar fruta podrida a un antagonista político. Pero cuidado: convertir las miserias del adversario en la unidad de medida de la realidad es un error político.
Los excesos de Sánchez jamás deberían servir de coartada para que la derecha frecuente las mismas costumbres que apuntalan el nefasto pedigrí democrático del presidente. En estos días hemos conocido que la Comunidad de Madrid ha retirado la subvención nominativa al Ateneo de Madrid, una ayuda que venía concediéndose durante los últimos 25 años y que asistía a la que es una de las principales instituciones culturales de la capital. El Ateneo, huelga decirlo, cuenta con más de dos siglos de historia y ha sido sede de gran parte de los debates liberales e ilustrados de nuestra tradición. En el origen del conflicto se encuentra la explícita relación del presidente del Ateneo con el Partido Socialista. Una filiación que, guste o no, resulta perfectamente legítima.
El sectarismo de cierta izquierda nos lo recordó hace pocas semanas el ministro Ernest Urtasun, quien afirmó que la cultura es un instrumento de combate contra la extrema derecha. Ante reacciones semejantes sólo caben dos caminos: o te apuntas a chapotear en el fango, o decides confrontar el vicio con la virtud. El principal enemigo del pensamiento único no es la uniformidad ideológica de signo contrario, sino el pluralismo y la libertad de ideas. Y en ese aspecto pocas instituciones tienen mejor aval que el que puede exhibir el Ateneo.
La tradición liberal protege el pluralismo no como un mal necesario, sino como patrimonio imprescindible que hace de la disputa ideológica un valioso método de deliberación política. Creo en las batallas culturales. Y por eso pienso que es un error que la derecha se acompleje y quiera ahondar en los mismos defectos que asume el adversario. Al igual que en el fútbol, quien sabe de verdad jugar lo que quiere es un césped corto y bien regado para que el balón corra. La guerra cultural ha de hacerse con graciosa soberanía y con un poco de confianza en las ideas propias. Combatir al sanchismo con sus propias reglas es un signo de debilidad y, sobre todo, una imperdonable torpeza.
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