Continente y contenido

A lo largo de estos meses han sido muchos los mensajes que he recibido en los que los lectores indican errores en estas secciones aparentemente menores, revelando algunas deficiencias que deberían ser adecuadamente atendidas. Esto pasó con el santoral, donde el lector Andrés García, en hasta tres ocasiones antes del verano, detectó repeticiones y errores en la información sobre los santos del día. Estas quejas no cayeron en saco roto, y me consta que el periódico ha trabajado por mejorar este contenido. El hecho de que Óscar I. Hierro identificara un «error de bulto al referirse en el santoral de hoy, 5 de septiembre a la Madre Teresa de Calcuta como beata. Ella fue proclamada santa por el Papa Francisco el 4 de diciembre de 2016» pone de manifiesto que la actitud de mejora debe ser constante.

En este mismo sentido, el pasado 15 de septiembre el lector Enrique Pérez se quejaba de que la hora que señalaba el periódico para el partido de Liga entre el Real Madrid y la Real Sociedad estaba equivocada. Añadía que este error «no solo ha sido este partido, también se han cambiado otros» y rogaba que «en lo sucesivo no se produzcan y si hay algún error o cambio lo hagan saber lo antes posible». Desde la sección de Deportes confirmaron que se trataba de un error en la información proporcionada por un proveedor. Comprendiendo la posibilidad de error humano, está claro que a los servicios externos también hay que exigirles calidad, y que siempre es necesario asegurar la necesaria supervisión de lo que se publica.

En otras ocasiones podemos caer en la tentación de pensar que los errores no tienen una gran relevancia. La lectora Belén Calderón escribió durante el verano para señalar que «aunque no es algo que me cause preocupación, sí decirles que hace varios días que están repitiendo el mismo horóscopo. Los pobres capricornios estarán ya aguachinaos de beber tanta agua». No me compete valorar el valor del horóscopo para los lectores, pero sí la importancia de asegurar que, si se ofrece, se haga con un estándar de calidad aceptable.

Francisco Ferrer Gil, por su parte, añade una dimensión más subjetiva a la queja y se pregunta si «la persona que hace los jeroglíficos ¿cobra algo? ¿o paga para que se los publiquen?», ya que considera que su calidad es ínfima. Si bien es cierto que en internet abundan los pasatiempos de todo tipo, también lo es que hay muchos lectores del papel para quienes estos contenidos tienen sentido. Que la oferta de pasatiempos sea cada vez más amplia y accesible no justifica que si el periódico apuesta por incluirlos no lo haga bien.

Todo esto lleva a pensar dos cosas: por un lado, que quizás el periódico tenga que replantearse qué contenido adicional quiere dar a sus lectores. El punto de partida debería ser estar en condiciones de asegurar que este servicio sea competitivo y de calidad, sabiendo que puede llevar a suprimir algún contenido. Y por otro lado, que la supervisión y el control que se exige al resto de secciones también debe extenderse a estos contenidos. La imagen que traslada el periódico cuando de manera repetida se equivoca en estas cuestiones menudas puede entrar en contradicción con la que con gran esfuerzo se intenta dar en el resto del periódico.

ABC es una marca que aspira a ofrecer a sus lectores un producto de calidad, y debería asegurar que todo el contenido que se incluye bajo sus siglas responde a esta aspiración.