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ANTIUTOPÍAS

¿Cómo terminan las autocracias?

No tenemos ni idea de cómo luchar contra los autoritarismos

Los museos y la universalidad

La tragedia de Gustavo Petro

Carlos Granés

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No hablo con nostalgia, sino constatando un hecho. Los tiempos en que los tiranos latinoamericanos debían cuidar sus espaldas terminaron. Ya no hay revoluciones libertarias ni complots homicidas como los que acabaron con el cubano Batista, el peruano Sánchez Cerro o el dominicano Rafael Leónidas ... Trujillo. Tampoco hay poetas mártires dispuestos a inmolarse, como hizo el nicaragüense Ricardo López Pérez para acabar con la vida de un Somoza, ni turbulentas sublevaciones populares que expresen su hartazgo linchando a sus dictadores, fatal postrimería con la que se topó el ecuatoriano Eloy Alfaro. Las intervenciones militares estadounidenses también son cosa del pasado, y ya ni siquiera vemos traiciones de espadones –incluso de familiares– ansiosos por ocupar el lugar de un Stroessner, un Velasco Alvarado, un Ríos Montt. De nada sirven las condenas internacionales o las huelgas generales, que son repelidas con metralla y muertos, e impunemente olvidadas. Las sanciones económicas tampoco hacen efecto; más bien fomentan el victimismo y justifican los fracasos, y ningún tirano somete su mandato a referendo o intenta jubilarse en algún país lejano, como quiso hacer Fujimori en Japón, pues sus crímenes ya no prescriben. En definitiva, sabemos cómo se degradan y corrompen las democracias –lo vemos a diario–, pero no tenemos ni idea de cómo luchar contra los autoritarismos.

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