sin punto y pelota
Felices 60, Alaska
Mientras muchos sucumben a la presión de grupo, a las críticas en redes, a lo que piensen otros, ella mantiene una actitud libre
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Iniciar sesiónEn la espera de Atocha, sentada en el suelo, en ese vestíbulo Alta Velocidad que va a toda velocidad hacia aspecto tercermundista, una portada de Vanity Fair me dice que Alaska ha cumplido 60 años. Lo podríamos haber celebrado más los que le debemos ... tanto. Sin nostalgia porque nos sigue regalando himnos, la ausencia de sectarismo bien mantenida, los comentarios agudos con Losantos, lo mismo que la alegría contagiosa, revolucionara frente a los cenizos. Quienes crecimos y mantuvimos como banda sonora fundamental el 'A quién le importa', sabemos que esa canción haría por la salud mental de las cabezas adolescentes más que tanto cursillo victimista. Ella, que fue adolescente rara, niña tremenda en 'Pepi, Luci, Bom' y otras chicas del montón, sabía de lo que hablaba cuando empezó a cantar que le importaba un bledo lo que se susurrara a sus espaldas. Mientras muchos sucumben a la presión de grupo, a las críticas en redes, a lo que piensen otros, ella mantiene una actitud libre. Incluso para defender en una entrevista que Miguel Bosé puede pensar lo que le dé la gana de la pandemia. Faltaría más.
Contrasta la actitud vital de Alaska con la de Almodóvar, director de aquella peli en la que también salía Fabio McNamara de camello travelo, en unos años en los que el director manchego era un rompedor del que era difícil presagiar que se convertiría en el adalid del conservadurismo progre, con sus mandamientos y sus temores, sus apocalipsis. Tampoco era fácil imaginar que McNamara, compañero musical ocasional, acabara siendo de misa diaria. O sí, porque, para contracultural, eso y no el 'establishment' de Almodóvar. El manchego, ayer, dibujaba en un artículo en eldiario.es una España de terror como ganara la derecha, un país con derechos humanos fundamentales en peligro, en el que muchos vieran abortado su sueño de abrazar los restos de familiares fusilados por el franquismo enterrados en fosas y cunetas. Un país, entiendo, que abandonará, como se hagan realidad las encuestas, camino del exilio a algún destino donde la diversidad en la que cree –que parece excluir a quien no piense como él– esté mejor salvaguardada. Aunque, así, a priori, no se me ocurra ninguno, como saben los que abominan de vivir bajo el yugo de la derecha en Madrid y no se marchan, a diferencia de tanto catalán no nacionalista que sí huye de Barcelona.
Alaska nunca da la turra política. Podemos intuir qué piensa a través de las letras de Fangoria, estoicas y alegres. Ferozmente individualistas en el mejor sentido, porque apelan a la libertad con responsabilidad. Sé feliz cómo te dé la gana. Nadie te lo va a prohibir. El ayer me atormentaba, el mañana me asustaba, sólo creo en el momento actual. Mientras los que vivieron unos 80 sin dos Españas se empeñan en polarizarse y recrearse en el miedo, ella habita un país plural sin sermones.
Felices 60, Olvido. Que olvida lo malo y hace bien, porque vive en el momentismo absoluto. No es de nadie, no tiene dueño. Siempre en mi equipo, ella, que es de no tener ninguno.
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