Cabeza fría
PSOE y Sumar, como el ejército de Pancho Villa
Bustinduy negoció lo del catalán con Nogueras a espaldas de los socialistas
Los ministros hacen quinielas
¿De quién depende la UME?... Pues eso
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Iniciar sesiónDicen los cercanos a Pedro Sánchez que ha vuelto de las vacaciones con fuerza. Comentan que el verano le ha permitido rehacerse del 'shock' por el caso Cerdán y que está decidido a cohesionar a la amalgama de socios que le hizo presidente. En ... ese plan entran Gaza –la brutalidad de Netanyahu se lo ha puesto fácil– y las medidas de vivienda anunciadas en la última semana, como parte del gran paquete social que eclosionará cuando María Jesús Montero presente los nuevos presupuestos. Como estrategia no es mala pero si Sánchez quiere que le dé resultado debería empezar por coordinar a su propio Ejecutivo, que ha regresado de las vacaciones convertido en el ejército de Pancho Villa, con Sumar yendo totalmente por libre.
Y es que la primera zancadilla a esa estrategia aglutinadora de Sánchez vino, nada más empezar el curso parlamentario, de la vicepresidenta Yolanda Díaz, con aquel ataque a Míriam Nogueras (Junts) por tumbarle la reducción de jornada. «Se va a cargar los Presupuestos», le criticaban los socialistas por el enorme malestar que el episodio generó en el partido de Carles Puigdemont. Sobre todo por la terminología utilizada por la ministra de Trabajo.
Esta semana, segunda de plenos y segunda zancadilla al plan de Sánchez desde dentro del Gobierno. El autor ha sido Pablo Bustinduy, ministro de Sumar para Derechos Sociales. El expodemita concedió a Junts que las grandes empresas tuvieran que atender a sus clientes en lenguas cooficiales en cualquier parte de España en un intento de matar dos pájaros de un tiro. Le pareció una gran solución para asegurar la aprobación de su futura ley de Servicios de Atención a la Clientela y, de paso, intentar arreglar el desaguisado de Díaz. El problema es que el ministro negoció y pactó a espaldas del PSOE, que se enteró de que tenía que apoyar esa enmienda cuando Bustinduy ya se lo había prometido a Nogueras. El cabreo en los socialistas fue monumental pero especialmente en el PSC: Salvador Illa se enteró por la prensa y llamó para preguntar cómo se le había concedido algo así a Junts sin que él supiera nada.
Para rematar, el pacto enfadó a tres socios del bloque de investidura: ERC, Bildu y BNG. La enmienda había sido pactada entre los cuatro partidos, pero Junts exigió al ministro dejar fuera del acuerdo a los otros tres para poder apuntarse el tanto en exclusiva. Y Bustinduy se lo concedió. «Nogueras puede pedir el cielo, pero la responsabilidad es de quien se lo da», se quejaban los damnificados, irritados con la portavoz catalana pero más aún con el ministro.
El PSOE recondujo el acuerdo para acotarlo a las regiones con lenguas cooficiales y no a toda España, pero ha quedado en evidencia que más urgente que cohesionar a los socios parlamentarios –que quieren mantener vivo a Sánchez pero no cohesionarse con él, ni tampoco entre ellos– es coordinar al propio Ejecutivo. Sánchez puede haber vuelto de vacaciones con mucha fuerza, pero a este paso se le va a agotar muy rápido.
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