TRIBUNA ABIERTA
El precio real de la paz en Ucrania
Europa debería estar en la mesa de negociación, con participación activa vigilando medidas concretas
Alberto Herranz Torres
La invasión en Ucrania compromete el orden mundial y, en lo que nos atañe, la posición de Europa en este nuevo tablero. Ahora está en la mesa una posible paz, pero ¿a cualquier precio? El punto de partida será establecer quiénes serán los actores necesarios ... para esta negociación. Está claro que tienen que estar presentes, con voto final activo, Ucrania y la UE, aunque en la actualidad EE.UU. se está arrogando esta competencia, desplazando a Europa. En sustitución de la UE, están tomando esta iniciativa países como Francia, Alemania, Italia o Inglaterra.
Recordemos que esta invasión no se trata sólo de la de Rusia al territorio soberano de Ucrania, supone un cambio geopolítico mundial. Moscú, desde la desintegración de la URSS, pretende la anexión de las antiguas repúblicas soviéticas, en especial Ucrania, territorio estratégico por sus recursos económicos, naturales y, sobre todo, por sus reivindicaciones históricas sobre el mismo. Recordemos que el origen del pueblo ruso, es el reino de Kiev.
Pensábamos que la antigua guerra de bloques había desaparecido pero sigue muy presente, aunque bajo nuevas formas. Para comprender el conflicto actual debemos partir de dos factores esenciales: el primero, la invasión de un Estado soberano por parte de Rusia –no olvidemos que se trata de la segunda fase, cuya primera manifestación fue la anexión de Crimea en 2014–; y el segundo, la inestabilidad del orden mundial, especialmente en el ámbito de la UE, en un escenario en el que aparecen como potencias determinantes Rusia, EE.UU. y China.
Europa hace tiempo que dejó de desempeñar el papel predominante que históricamente le ha correspondido en el equilibrio internacional, al subordinar su economía –y la de sus Estados miembros– a dinámicas políticas y estratégicas ajenas, principalmente las de EE.UU., China y Rusia. Esta situación ha derivado en una dependencia estructural en materia de recursos energéticos, estabilidad económica y decisiones de política exterior. Dicha dependencia se evidenció durante la invasión de Ucrania, cuando la UE mostró una profunda fragmentación en torno a las medidas de condena y sanción, motivada por la vulnerabilidad energética frente a Rusia y el temor a un eventual corte en el suministro.
Debemos reflexionar sobre la resolución del conflicto y sus repercusiones, una paz basada en la pérdida de territorio soberano puede sentar un precedente muy peligroso. Rusia, además, está recabando datos sobre la respuesta defensiva de la UE y de la OTAN, con las incursiones en el espacio aéreo de Polonia y Rumania, miembros de la Alianza Atlántica, y esto es preocupante. Estas presiones ya conllevan medidas militares como es el rearme de países limítrofes en el conflicto, Polonia, Rumanía, Moldavia, Suecia, Letonia, Finlandia, Lituania, estableciendo protocolos militares frente a una eventual invasión.
En este escenario aparecen los EE.UU., que marcan el ritmo de la guerra y la paz mediante la ayuda militar y decisiones estratégicas, pero, a su vez, juegan con la estabilidad europea. Lo más preocupante es el mensaje que queremos dar: defendemos la inviolabilidad de las fronteras, pero renunciamos al uso de la fuerza para poder sustentarla. En el supuesto de una paz que suponga cesión de territorio soberano ucraniano, Europa debería estar en la mesa de negociación, con una participación activa, vigilando que se cumplan una serie de medidas concretas:
–Establecer mecanismos de verificación y control internacional permanentes, con observadores de la ONU y la OSCE, con plenos poderes.
–Crear cláusulas automáticas de defensa colectiva, que activen una respuesta militar inmediata de la UE en caso de una nueva invasión.
–Establecer sanciones económicas, que una vez establecidas no necesiten unanimidad para su ejecución, castigando cualquier incumplimiento.
–Desmilitarizar las zonas limítrofes, y establecer control sobre el armamento ofensivo.
–Vinculación inmediata y adhesión a la UE de Ucrania.
Sin estas garantías, la paz sería un rearme, un periodo de entre guerras que servirá para la siguiente invasión por parte de Rusia. En este escenario, los EE.UU. marcan el ritmo tanto de la guerra como de la paz, a través de su ayuda militar y de sus decisiones estratégicas. Sin embargo, al hacerlo, también ponen en juego la estabilidad europea. Lo más preocupante es el mensaje que transmitimos: defendemos la inviolabilidad de las fronteras, pero renunciamos al uso de la fuerza necesaria para garantizarla.
es profesoren el CES Cardenal Cisneros
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