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La agonía del Gobierno

Terminada la presidencia europea, ya no le quedan más metas volantes al Gobierno ni excusas para reclamar a la oposición silencios patrióticos

EL Consejo Europeo celebrado ayer puso fin a la triste y vacía presidencia española de la Unión Europea, una oportunidad que el Gobierno vendió como la ocasión propicia para relanzar la imagen maltrecha del presidente Zapatero, entre anuncios solemnes sobre el liderazgo progresista bipolar con ... Barack Obama y el magisterio social que iba a impartir entre sus socios europeos. El balance de este semestre merece, sin duda, una valoración sosegada, porque demuestra que España se ha quedado descolgada diplomáticamente de todas sus áreas naturales de actuación internacional. Por ahora, es suficiente comprobar cómo circula el nombre de España por los circuitos políticos y económicos europeos. Ayer, la noticia fue que no se iba a hablar de España y de su crisis en el Consejo Europeo, como si ser invisible fuera para nuestro país la mejor opción en este momento. Por desgracia, puede que así sea después de unas semanas en las que España ha sido objeto de gravísimos pronósticos acerca de su solvencia financiera. Ciertamente, los supuestos preparativos del rescate europeo de España han sido rotundamente desmentidos desde Bruselas, lo cual obliga a acoger con prevención algunos análisis apocalípticos. En todo caso, que esos avisos fueran, al parecer, infundados no significa que la situación real de la economía española sea mejor que la que refleja la desconfianza de los mercados. Por lo pronto, a pesar de las medidas anticrisis y de la reforma laboral, el Tesoro español tuvo que pagar por encima del cinco por ciento su deuda y el diferencial con el bono alemán supera los 220 puntos. En estos datos no hay más que un diagnóstico frío sobre la confianza que merecemos.

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