Zapatero y Krugman
Mientras en el duelo político de esta España mezquina no salimos de unos trajes, unos muflones y un Jaguar, el Nobel de Economía Paul Krugman ha aparecido en los medios como el hombre del Tiempo de los dineros y está anunciando un largo temporal de ... ruina al que califica de «aterrador». Y nosotros discutiendo con aclaraciones de José Tomás el torero y José Tomás el sastre, de si eran muflones o venados, de si era Jaguar o Audi. Krugman nos ha llegado en plan Coco, pero no de Coco para asustar a los niños sino de asustarnos a todos. Oye uno a Krugman y le dan ganas de irse corriendo a Alemania, que es donde, según el periodista norteamericano, se están haciendo bien las cosas para paliar la crisis. Y Krugman aquí se ha visto con Zapatero. Sería interesante saber qué dirá el Nobel tras hablar con Zapatero, si le han entrado ganas de hacerle una pregunta, darle un consejo, felicitarle, salir corriendo o pedir una camisa de fuerza... para uno de los dos.
Duelo en la crisis. Unos dirán que el encuentro entre Zapatero y Krugman es el del optimismo frente al pesimismo, o el de la visión frente a la ceguera. Lo sabremos. Pero si nos atenemos a los «aciertos» de nuestro presidente, mucho nos tememos que la razón esté más cerca del periodista que del político. Zapatero fijó marzo como pista de despegue de la mejoría, y Krugman pinta nubarrones dentro de la tormenta, anuncia que esto no es nada para lo que viene, y nosotros aquí, sin creernos lo que de bueno anuncia el presidente y sin querer creernos lo malo que prevé el norteamericano. Y preferimos seguir hablando de trajes y de coches, cuando tendríamos que aprender a frotar el palo en la piedra para conseguir fuego, porque, tal como se suceden los días, esto apunta más al regreso a los orígenes que al futuro. Así que no sé si morirme de alegría por el plan Zapatero, o de pena por el plan Krugman.
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete
Esta funcionalidad es sólo para suscriptores
Suscribete