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Vuelta al cero

Una gran coalición que, por encima de retóricas de «izquierda» y «derecha», aborde la salvación de un país en el límite

Gabriel Albiac

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El cadáver de Iglesias devuelve la partida al cero. No hablo de la que, entre asesina y suicida, se ha jugado en torno a la sesión de investidura. Es ésa una contienda, sin duda, relevante. Pero no primordial. Los gobiernos van y vienen. Y la ... prueba irrefutable de que una nación sobrevive aun al peor gobernante la da que España sobreviviera a la majestuosa incompetencia de Rodríguez Zapatero. Sánchez es un mal tipo y un doctor hilarante. Comparado con Zapatero, es Einstein. España sobrevivirá a él, como ha sobrevivido a casi todo. Pero el envite en juego, tras el suicidio de Iglesias, es otro. El modelo constitucional de 1978 está agotado. Ni es asombroso ni es dramático. Las Constituciones envejecen, como envejece todo lo vivo. Y mueren. Porque, como Aristóteles diagnosticara en su De generatione et corruptione, sólo no muere lo muerto. Estar vivo es saber que un día no lo estaremos. Y, cuando ese día llega, evacuar la necrosis es condición para que la vida fluya. El Gramsci de la cárcel sentencia: «Lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se verifican los fenómenos mórbidos más diversos». En eso estamos.

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