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Editorial ABC

Trump no entiende de libertad

Las democracias, incluso las más consolidadas, han de saber cómo revisar su sistema de valores y sus mecanismos de autodefensa porque los populismos extremistas las están debilitando

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La responsabilidad directa de Donald Trump en el asalto al Capitolio es innegable. De modo taxativo, había incitado a una muchedumbre a presionar a los legisladores para que no proclamaran el triunfo electoral de Joe Biden, y de modo irresponsable incurrió en una pasividad complaciente ... mientras la democracia norteamericana era puesta irracionalmente en peligro. No fue una simple protesta sobreactuada contra lo que Trump considera un fraude electoral. Fue un ataque al núcleo de la democracia, a su expresión popular, a sus símbolos y a sus valores. Lo lógico sería que esa incitación acarreara consecuencias penales, y no solo para los detenidos en Washington, sino también para el propio Trump, quien ha superado con creces el límite de lo admisible en su cruzada populista. De hecho solo ha conseguido deteriorar la imagen de Estados Unidos en el planeta y poner en peligro la estructura legislativa sobre la que se asienta el modélico armazón de la democracia más poderosa del mundo.

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