Hoy toca huelga
NO les faltará razón a los funcionarios y empleados públicos que hoy ejerzan su derecho al pataleo. La huelga es un sistema de protesta anacrónico, pero tiene el valor del desahogo y resulta saludable que existan válvulas por las que se afloje la tensión social ... que padecemos. Es muy posible que sea necesaria la rebaja salarial que el Gobierno le aplicará a los funcionarios a partir del próximo primero de mes; pero, para legitimarla políticamente, se requiere un mayor trámite. La crisis que atravesamos exige recortes y sacrificios, pero no espasmos. Todo cuanto se haga de forma improvisada, sin ajustarse a planes bien estudiados y no suponga un claro beneficio final para la Nación será inútil e inconveniente.
En lo que respecta a Madrid, está prevista por sus convocantes una manifestación, al caer la tarde, desde Cibeles al Ministerio de Economía. Eso no es fácil de entender. Elena Salgado es, como mucho, la cajera del Gobierno. La manifestación oportuna debiera conducir hasta La Moncloa, en donde reside el principal responsable de la presente debacle y, en ejercicio de su inmensa torpeza política, el causante de querer atajar una crisis gigantesca con las dolorosas cataplasmas de achicar pensiones y recortar sueldos funcionariales sin abordar un plan de mayor envergadura y solvencia que, según el modelo alemán, trate de cortar de raíz el problema que sofoca nuestras perspectivas de futuro.
También tiene la huelga de hoy un valor de prospección y cata. Los sindicatos, conscientes de su escasa representatividad y generalizado desprestigio, quieren pulsar su capacidad de convocatoria con vistas a la huelga general que perpetran y que aterroriza al presidente del Gobierno sin llegar a entusiasmar a los pensionistas, parados y autónomos, los peor parados por las circunstancias. Se va generalizando la idea de que España, que padece un gran problema, necesita una inmensa solución y que ello exige algo más que unos recortes de aquí o de allá. El modelo nacional que trajo la Constitución del 78 está, en buena medida, superado por los hechos y no vale, como hacen José Blanco o Esteban González Pons, decir que sobran, por ejemplo, las Diputaciones provinciales. Están en la Constitución que es, en el fondo, lo que requiere recortes y enmiendas. Algo complejo y peligroso porque no están los tiempos, demasiado revueltos, para abrir un proceso constituyente.
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