En primera fila
Luz en el túnel
La suerte del líder socialista da muestras de agotamiento en todos los frentes
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Iniciar sesiónParecía que a Pedro Sánchez nada le iba a pasar factura. Que era posible gobernar sin más hoja de ruta que la del día siguiente, compartiendo plato con la antipolítica y dando entrada en la dirección del Estado a aquellos que pretenden romperlo. Que también ... era posible gobernar anteponiendo la silla presidencial al interés más básico del país, utilizando las instituciones públicas como si fueran propias y haciendo todo lo contrario de lo prometido. Pero, por fin, la suerte del presidente empieza a dar muestras de agotamiento en todos los frentes y entra luz en el túnel del nihilismo sanchista.
Esta semana Bruselas le ha torcido el brazo al Gobierno español obligándole a retirar la reforma que pretendía rebajar la mayoría parlamentaria necesaria para renovar el Poder Judicial. Sánchez recibió la primera amonestación europea a los pocos días de presentar el texto, pero intentó torear al ejecutivo comunitario con su trilerismo habitual, asegurando que la reforma estaba congelada y que no había nada de qué preocuparse. Quizás si Iglesias no estuviera en el Gobierno, si los independentistas no fueran socios del presidente, si el cumplimiento de la palabra fuera una seña de identidad de Sánchez, el ejecutivo comunitario hubiera sido permisivo. Quizás. No ha sido así y la posición europea tiene una importante trascendencia tanto presente como futura. De un lado, supone la retirada de una reforma propia de república bananera y de otro deja claro al líder socialista -y a futuros populistas- que Bruselas siempre ejercerá de vigilante y garante de los principios y pilares democráticos. Esta idea tan básica, tan cristalina, parecía olvidada en una Moncloa donde Sánchez, más que como presidente, actúa como amo y señor.
Además del correctivo europeo, el jefe del Gobierno sufre el bochorno de que el nuevo presidente de la primera potencial mundia no se molesta en llamarle. Y no es por descuido. El gabinete de Joe Biden es perfecto conocedor de que esa falta de contacto daña la imagen del líder español y, aún así, mantiene el mutismo. Tres meses después de jurar el cargo ni siquiera se ha preocupado por designar a su embajador en Madrid. Muy mala noticia para España y nuevo aviso de que en política no vale todo.
Y en clave nacional Sánchez también empieza a ir cuesta abajo. La entente con Podemos se ha enderezado -veremos cuánto dura- pero sus socios de investidura se sienten casi estafados porque no ven el grueso de sus pactos cumplidos. La escasa capacidad de arrastre que el líder socialista está teniendo en la campaña del 4-M y la ansiedad de Ángel Gabilondo por desmarcarse de su líder completan la fotografía.
La semana pasada el jefe del Gobierno preguntaba con sorna a Pablo Casado si Isabel Díaz Ayuso no le dejaba participar en la campaña madrileña. En el PSOE se cuestionan ahora si Sánchez no debería haberse quedado fuera de la suya
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