En primera fila
La prueba del nueve
Dos días ha tardado Sánchez en dejar claro que por muchos ministros que haya cambiado, su rumbo es el mismo
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Iniciar sesión«Este Gobierno no puede poner en manos de las comunidades restricciones en las libertades y en los derechos sin ningún tipo de control por el Poder Judicial. No podemos ni debemos porque eso sí puede suponer un retroceso en la calidad democrática». Pedro Sánchez ... defendió este argumento ante el Congreso el pasado 14 de abril para justificar por qué el Ejecutivo no debía dar más armas a las autonomías para luchar contra el Covid. Aunque peligroso a nivel sanitario, el razonamiento era indudablemente democrático: los tribunales deben garantizar que ningún gobierno recorte libertades o derechos ni un milímetro más de lo necesario.
¿Qué nos encontramos tres meses después? Que ese mismo Poder Judicial garante de la democracia es malo malísimo -o incluso peor, afín a Vox- porque ha tumbado el primer estado de alarma que decretó La Moncloa, mucho más lesivo, por cierto, que cualquier restricción aplicada por las autonomías. Con la campaña que está haciendo la coalición cualquiera podría creérselo sino fuera porque el fallo lo decantó una magistrada propuesta por CiU y apoyada por el PSOE, y porque un magistrado avalado por el PP respaldó el estado de alarma. Poco partidismo puede encontrarse ahí pero es indiferente. A las pocas horas teníamos a Pilar Llop diciendo que el estado de alarma lo recurrió Vox -como si la Justicia debiera administrarse en función de quien recurre-, a Margarita Robles tachando el fallo de «elucubración doctrinal», o a Pablo Echenique -que no puede estar callado- hablando de «Tribunal Voxtitucional».
Todo esto sería un episodio más en el largo listado de dobles varas de medir del socialismo sino fuera porque esta vez hay una diferencia sustancial, y es que desde el pasado lunes tenemos un flamante y nuevo gabinete. Y todo este cuestionamiento que el Gobierno está haciendo al Tribunal Constitucional es la prueba del nueve de que el rumbo de la coalición se mantiene intacto por muchos ministros que hayan cambiado. Solo han necesitado dos días para demostrar que a La Moncloa sigue sin sonrojarle contradecir su propio criterio, ni respetar la separación de poderes, ni la labor de las instituciones democráticas.
Es indudable que el fallo del TC tiene consecuencias negativas para el Ejecutivo. Pero el único responsable de ello es él mismo por haber optado por una figura que sabía que se quedaba corta. Se arriesgó con el estado de alarma para no molestar a sus socios catalanes y vascos con el estado de excepción y porque se quedó sin tiempo para negociar al no tomar medidas sanitarias a tiempo. Ahora llega el varapalo y la culpa es de los jueces por no mirar para otro lado...
La sentencia del Constitucional brindaba a Sánchez la oportunidad de regresar al respeto por la separación de poderes. Pero ha preferido seguir aferrado a sus tics autoritarios y dejar claro que de su nuevo Gobierno podemos esperar las mismas tropelías que cometía el viejo. Poco ha tardado.
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