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Editorial ABC

Sánchez no apuntilla al separatismo

En vez de acatar las decisiones judiciales, parte del Gobierno tilda de «provocación» la inhabilitación de Torra. Ahora ya se sabe en qué bando está Sánchez; en el constitucionalista, no

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La condena definitiva de Joaquim Torra a un año y medio de inhabilitación no es más que un acto de justicia. Él se mofó de los tribunales, se vanaglorió de desobedecer a la Junta Electoral, se negó a retirar una pancarta de apoyo a los ... condenados por sedición y se autoinculpó para dárselas de mártir del independentismo. Hoy eso le ha costado el cargo, que abandonará sin tener siquiera la decencia de cumplir su compromiso de convocar elecciones. Una vez más, el separatismo toma a más de seis millones de catalanes como rehenes de una causa fracasada y los abandona a su suerte: sin presidente, con un sustituto maniatado en funciones, con un embrollo jurídico sobre cómo y cuándo podrá disolverse el Parlament, con el secesionismo roto en bloques, y en pleno rebrote de la pandemia. Cuando creíamos que Torra no podía poner las cosas más difíciles, se supera. Hasta ahora, su indolencia y nula capacidad de gestión ya se había llevado por delante mucho tiempo, dinero y salud de los catalanes. Pero hoy demuestra que es incapaz de rectificar ni cuando los jueces le afean su abusivo uso del poder y su ridículo sentido del desafío al Estado. Todo queda en una interinidad irresponsable dentro del peor desgobierno, y la pregunta que cabe hacerse es qué necesidad tienen Torra y los exégetas del golpismo de seguir maltratando a los catalanes, hurtándoles la oportunidad urgente de ir a las urnas.

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