En primera fila
Empezamos bien
Era mucho pedir que el Reino Unido no hiciera trampas a la UE nada más ejecutarse el Brexit
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Iniciar sesiónNo es que pudiera esperarse un camino de rosas en la relación entre el Reino Unido y la Unión Europea tras la ejecución del Brexit, pero dada la fragilidad del Acuerdo de Salida cabría esperar un poco más de empeño para evitar que se vaya ... a pique. Especialmente en el espinoso punto del protocolo irlándés. Pero está claro que era mucho pedir.
El Gobierno de Boris Johnson se comprometió a controlar las mercancías que entraran en Irlanda del Norte desde Inglaterra antes del 1 de abril. Ahora dice que no le da tiempo a implementar el mecanismo para hacerlo, y ha decidido ampliar por su cuenta el periodo de transición nada más y nada menos que hasta el próximo mes de octubre. La excusa se cae por su propio peso si tenemos en cuenta que Londres ha tenido casi cinco años para pensar cómo iba a controlar sus fronteras una vez que se materializara la separación. Bruselas y Dublín están que trinan, lógicamente, y por más que han advertido a Inglaterra de que debe cumplir el calendario acordado no han conseguido nada. La triste realidad es que no han pasado ni tres meses desde la ejecución del Brexit y parece que ya vamos camino de los tribunales. El Ejecutivo comunitario hace muy bien en no quedarse de brazos cruzados ante esta tomadura de pelo y ha iniciado el procedimiento de disputa que puede conducir a la vía judicial. La pelota está en el tejado de Londres, que tiene ahora un mes para empezar a controlar las mercancías.
La violación del protocolo irlandés es la más grave hasta el momento, pero lamentablemente no es la primera ni probablemente será la última que cometa Johnson. El acuerdo se cerró cogido con alfileres, por lo que su cumplimiento depende únicamente del interés y la buena fe que le pongan ambas partes. En el corto periodo de tiempo que ha transcurrido, el Reino Unido está dejando claro que no tiene mucho ni de lo primero ni de lo segundo en lo que respecta a este acuerdo. Con sus trampas está poniendo otra vez a prueba los límites europeos, para ver hasta dónde le dejan llegar sus antiguos socios y, si cuela, sacar ventajas adicionales. No debería olvidarse de que esta estrategia de soy ‘el más listo’ puede volver a salirle cara. El Acuerdo Comercial iba a ser ratificado por la Eurocámara el próximo 25 de marzo y, de momento, los socios europeos han dejado esta fecha en suspenso.
Con el fortísimo golpe que la pandemia ha asestado a la economía, unido al varapalo que ya supone el Brexit, no es momento de poner en riesgo el Acuerdo Comercial solo para seguir con el relato miope de que una parte saca más que la otra con la ruptura. Downing Street demuestra una gran necedad creyendo que la Unión va a ratificar ese pacto mientras recibe un corte de mangas cuando pide que se implemente lo acordado. Es una cuestión tan básica que no hay división posible entre los socios europeos. Si Johnson se atreve a seguir con estos juegos es porque, como sucede con todos los líderes populistas, no será él quien pague la destrucción que quedará a su paso.
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