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San Valentín

Me gustaría que este texto solemne sirviera para que el autor no tuviera que anunciar en casa que este San Valentín no hay sorpresa sino fútbol

David Gistau

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Mientras escribo esto, martes, me siento unido por lazos invisibles a todos aquellos que en los últimos días recibieron indirectas de su pareja acerca de la supuesta preparación de una cena sorpresa por San Valentín, quién sabe si con tunos o mariachis, quién sabe si ... con un anillo hábilmente deslizado en el interior de una copa de champán, y no supieron confesar que jamás satisfarían ese anhelo porque el día de los enamorados, este año, está ocupado por el Real Madrid-PSG. Que no digo yo que no sea bonito mantener prendida la llama romántica incluso en un matrimonio de larga duración y a una edad a la que, en sirviéndose los postres, uno piensa más en llegar a casa a tiempo de ver el capítulo de una serie antes de quedarse dormido que en cualquier hazaña de la pasión erótica, requiéranse o no disfraces y argumentos plagiados del cine porno. Pero es que vienen Neymar y M’Bappé. ¡La Grande Armèe ad portas!

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