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Hermann Tertsch

Hay remedio, pero el precio se dispara

Tiene toda la razón el gobierno de Mariano Rajoy cuando dice que no ha habido un referéndum en Cataluña

Hermann Tertsch

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Tiene toda la razón el gobierno de Mariano Rajoy cuando dice que no ha habido un referéndum en Cataluña. Eso no ha sido ni un referéndum ni una consulta ni un amago siquiera de algo parecido. Ha sido una farsa con toda la voluntad del engaño que tienen y han tenido los separatistas catalanes desde que emprendieron esta senda. Pero lo cierto es que la probidad o limpieza de esta “consulta” era lo de menos. Porque aquí se ha desviado sistemáticamente la atención de la clave de la crisis que está en el hecho incontestable de que un gobierno autonómico anunció su propósito de rebelarse contra la Constitución y proclamar la independencia de Cataluña y destruir España . Y el Gobierno de la Nación no hizo nada. Sino prolongar su cooperación con los ya autoproclamados golpistas hasta límites increíbles en la complicidad que ha incluido la financiación de toda la política hecha desde Barcelona para destruir España. En la esperanza de que todos los planes criminales se postergaran lo suficiente para no entorpecer una legislatura, la otra y la reelección. Por consideraciones de intereses partidistas y personales, el Gobierno de España hizo delación de su deber de perseguir el delito.

Y si la Generalidad es una perversa máquina de la mentira delirante y el mito totalitario, que lo es, el Gobierno del Partido Popular nunca ha querido decir ni escuchar la verdad de lo que estaba sucediendo en el Palacio de la Generalidad y sus terminales. Porque nunca ha cumplido su obligación de combatir el delito y más cuando está en juego el valor supremo de la patria que es su unidad, soberanía y libertad. No le interesaba el conflicto y no quiso cortar de raíz aquello, como habría sido su obligación , e instar a la inhabilitación o detención de los cabecillas del golpe de Estado y la aplicación de los recursos constitucionales previstos para una situación así desde el artículo 155 a la Ley de Seguridad nacional y el Código Penal con sus correspondientes artículos.

La política de Mariano Rajoy y su vicepresidente y «ministra para Cataluña» ha sido una catástrofe oculta tras mentiras y medias verdades. No por lo que dice la oposición de PSOE y Podemos que desprecia la soberanía española y está dispuesta a ignorarla y sacrificarla por cualquier interés coyuntural. Lo ha sido porque su política de diálogo, apaciguamiento y generoso desembolso para con una cúpula de la Generalidad convertida de hecho ya en banda criminal ha impedido tomar las medidas necesarias y ha traído el conflicto a donde jamás debió llegar. Al terreno más propicio para las elites corruptas catalanas que dirigen masas manejada por el populismo nacionalista y victimista. El gobierno creyó que en Cataluña todos serían tan prosaicos como Rajoy y su gente , cuyas únicas convicciones demostradas en cinco años están en sus ganas de seguir en el poder.

Así se han dejado llevar, sin planes B, sin recursos añadidos, sin una nueva idea, hasta una encerrona en una farsa de consulta que era pretexto para una orgía del mensaje de sentimentalismo e imágenes efectistas para consumo nacional y mundial . La Generalidad es un equipo criminal que debiera estar todo él ya en la cárcel. Empezando por ese mayor Trapero de unos Mozos de Escuadra de los que el portavoz de Gobierno se fiaba ciegamente el viernes y es un cuerpo armado en rebelión viajado de traidores.

Hasta el final haga estado el Gobierno engañándose y engañándonos por miedo al conflicto y por la vana esperanza de que la Generalidad compartiera el interés de postergarlo para prolongar una cómoda coexistencia. Para evitar la intervención para obligar a acatar la ley una Generalidad en abierta voluntad de sedición y rebelión, el Gobierno se avino a una política de complicidad, subterfugios y componendas que ha retrasado la crisis y la ha agravado dramáticamente. Para mayor daño de España . La Generalidad que no oculta desde hace cinco años sus planes que se han ejecutado ante las cámaras amables y colaboradoras con el golpista de todas las televisiones de España, incluidas la pública RTVE. Ha liderado la agitación en favor de la rebelión y el golpe de Estado con una procacidad solo comparable a su impunidad, el GrupoAntena3 de los amigos y protegidos de la vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría. Toda una comunidad mediática diseñada por este gobierno sobre dos patas, los enemigos comunistas para asustar y los pelotas gubernamentales para aplacar y consolar, ha anestesiado hasta hoy a una sociedad española que se ha empeñado en desmovilizar por miedo a que reaccione contra sus siglas.

Llega así a su culminación y punto crítico el golpe de Estado desencadenado cuando las élites catalanes vieron que toda su estructura de saqueo sistemático de la economía catalana podía quedar pronto expuesta. Y muchos de sus miembros temieron ser condenados a largas penas de cárcel. Su única forma de garantizar su impunidad les pareció acelerar los planes de secesión que están presentes y avanzan en su agenda desde hace tres décadas. En realidad, la angustia por la impunidad de los Pujol, Mas y tantos otros ha precipitado los planes y los pone en serio peligro. Quince o veinte años más de adoctrinamiento hispanófobo en escuelas y medios y el fin de España habría caído como fruta madura sin apenas resistencias interiores. Y con ella habría venido el siguiente plato apetecido, la expansión a la ansiada Gran Cataluña o « Paisos Catalans » con el Levante español, partes de Aragón y las Islas Baleares.

Las prisas pueden haberles jugado una mala pasada. Por eso el mal peor se puede de evitar. Existe para España remedio. Pero el precio se ha disparado. Solo si el Gobierno de Rajoy está a la altura y aplica la ley podrá buscar más tarde, después de medidas extraordinarias, una « desescalada ». Nadie podría ya soportar una nueva negociación y concesiones del gobierno a los cabecillas del levantamiento criminal. Y nadie puede esperar que los enloquecidos seguidores de esta trama criminal separatista vayan ahora a parar por llamamientos al orden. Con estos años de conexiones y huida del conflicto con los delincuentes de la Genralidad, Rajoy ha puesto muy caro el precio de la solución, incluso de la más provisional. Ahora España tiene que movilizarse y su gobierno imponer la ley en todo su territorio y sin condiciones de ningún tipo. Si no es este gobierno será otro. Estamos en la mayor crisis existencial de la Nación Española desde 1808. Si los españoles no fuerzan a sus gobernantes a actuar con firmeza y dignidad y no tolerar más humillaciones, puede que no tarden en dejar de ser. Españoles.

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