Horizonte
Apostar por el sentido común
No se puede pactar con los que se gastan el dinero en España en promover la acción política de Podemos
Quizá recuerden cómo se denunció en la mayoría de los medios de comunicación la decisión de la Administración Trump de mover la embajada de los Estados Unidos en Israel de Tel Aviv a Jerusalén. Lo más suave que se decía era que eso incapacitaba a ... Estados Unidos para jugar ningún papel de mediador en Oriente Medio. Que los árabes no le perdonarían la afrenta de haberse alineado de forma tan radical con Israel tras el brillante intento de Barack Obama de buscar un acuerdo nuclear con Irán, acuerdo del que Estados Unidos también se ha retirado. Pues bien, algunos no tienen precio como profetas. La realidad es exactamente la contraria. Esta semana se ha anunciado el establecimiento de relaciones diplomáticas entre Israel y los Emiratos Árabes Unidos, un acuerdo mediado por la Administración Trump en la que ese papel en Oriente Medio lo juega el yerno del presidente, Jared Kushner. Confieso que nunca di ningún crédito a Kushner en esa labor y que su papel queda en muy mal lugar en las memorias de John Bolton.
Sólo tres países de la Liga Árabe mantienen formalmente relaciones con Israel. El primero en establecerlas fue Egipto, durante la Presidencia de Jimmy Carter en el famoso acuerdo de Camp David rubricado el 17 de septiembre de 1978 por el presidente egipcio, Anuar el-Sadat, y el primer ministro israelí, Menahem Beguin. El segundo fue Jordania, con la firma entre el Rey Hussein y el primer ministro Isaac Rabin el 26 de octubre de 1994 bajo la mirada de Bill Clinton. Y ahora llega el acuerdo con los Emiratos. Y, además, el acuerdo contempla una notable concesión por parte de Israel: el compromiso de no anexionar territorios de Cisjordania. El Gobierno de Netanyahu paga un precio que sin duda le creará problemas con los partidos de la derecha más dura que sostienen su Gobierno, pero el precio merece la pena. Aunque recordemos que en esa región, los enemigos de la paz ya hicieron pagar con su vida a anteriores firmantes de acuerdos de paz: uno de los dos signatarios de Camp David, Sadat, fue asesinado por los suyos, y uno de los dos firmantes de 1994, Rabin, también fue asesinado por un compatriota. El que Netanyahu haga esta concesión a los palestinos no es una cuestión menor.
Es inimaginable pensar que el gobierno de los Emiratos pueda haber llegado a este acuerdo sin el conocimiento y la aprobación de Arabia Saudí, país cada vez más alineado con Israel. Y esto es un éxito inesperado y no buscado de la Administración Obama. Porque su acercamiento a Irán obligó a países como Arabia Saudí e Israel, tradicionalmente enemigos, a unirse frente a la amenaza común: un Irán nuclear al que Obama dio un empuje económico con el levantamiento de sanciones. La tan admirada Administración del anterior presidente norteamericano marginó a los fieles aliados de Estados Unidos, Israel y las monarquías del Golfo, y apostó por normalizar sus relaciones con Irán, un régimen revolucionario que intenta promover sus ideas en todos los países con mayoría chií en la región. Aquel disparate, tan aplaudido desde la Unión Europea, no podía llevar a ningún buen fin. Y como se ve hoy, la única posibilidad real de establecer un equilibrio regional en Oriente Medio es apostar por el sentido común y por los países que quieren ser aliados de Occidente, no por los que promueven revoluciones y actos terroristas, se alinean con la Venezuela de Chávez y Maduro y se gastan el dinero en España en promover la acción política de Podemos. Veremos si una victoria de Joe Biden no acaba con estos avances. Su equipo ya los ha criticado…