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Perdigones de plata

El absurdo y Chester Himes

Sobrevivimos en la eterna anomalía del pertinaz absurdo

Ramón Palomar

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Embozados como manda la nueva tradición, los ciudadanos que tuvieron la mala fortuna de custodiar las urnas durante la fiesta de la democracia celebrada ayer en Cataluña, recordaban a los secuestradores del simpático E.T. que yacía risueño bajo los mimos de la niñita Drew ... Barrymore. Un tanto anómala sí resultaba la estampa. Pero en fin, desde que nos empitonó la pandemia prima la anomalía, lo extraño, la rareza, esa suerte de niebla a lo Stephen King que nos abriga. Nos adaptamos porque la mansedumbre nos venció hace tiempo.

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