Tiempo recobrado

Vuelva usted mañana

Las inercias del pasado y la falta de una cultura del trabajo siguen lastrando el servicio público

En su célebre artículo escrito en 1833 que da título a esta columna, Mariano José de Larra cuenta la historia de un francés, al que llama monsieur Sans-délai, que viene a Madrid a pedir que se le reconozcan unos derechos por ascendencia familiar.

Sans- ... délai manifiesta al llegar a la capital que espera que todos los trámites burocráticos se puedan resolver en 15 días para regresar a su país. «Pasarán 15 meses y usted seguirá aquí sin haber resuelto nada», le dice Larra.

El autor cuenta cómo el francés se marchó desesperado sin haber conseguido su objetivo y tras peregrinar por las diversas instancias oficiales donde siempre recibía la misma respuesta: «Vuelva usted mañana». Larra le explica que en España es «más fácil negar las cosas que enterarse de ellas».

Mutatis mutandis, lo que Larra contaba hace casi dos siglos sobre el funcionamiento de la Administración sigue conservando su vigencia. Y desgraciadamente se ha puesto de manifiesto en la forma como el Gobierno y las comunidades han gestionado la crisis sanitaria y en su incapacidad para planificar el programa de vacunación.

No faltará quien me reproche que comparar la Administración de hoy con la de tiempos de Larra es una exageración. Y efectivamente lo es, pero también es cierto que la mentalidad burocrática, las inercias del pasado y la falta de una cultura del trabajo siguen lastrando el servicio público.

Ningún Gobierno desde la Transición ha querido enfrentarse al problema y ahora estamos viendo algo enteramente previsible y que no puede provocar sorpresa: la absoluta falta de planificación a la hora de vacunar a la población. Se sabía desde hace tres meses que las vacunas iban a llegar a primeros de año, pero nadie se preocupó de hacer un plan serio para inmunizar a la población.

Se ha publicado incluso que la Generalitat de Cataluña, afanada en sus reivindicaciones nacionalistas, se olvidó de comprar los frigoríficos en los que se almacenan las dosis de Pzifer. Esto no es una anécdota sino una categoría que releva la inoperancia de unas administraciones mucho más preocupadas por la propaganda que por la gestión de los asuntos que afectan a los ciudadanos.

En lo referente a la crisis del coronavirus, se han juntado dos cosas: la impericia del Gobierno de Sánchez y la ineficiencia de unas administraciones en las que han arraigado una serie de vicios clientelistas que entroncan con el pasado que describe Larra.

Hasta los sindicatos se han sentido escandalizados frente a lo que ha sucedido en la Seguridad Social, que desde hace nueve meses ha cerrado sus puertas y no atiende al público. No tenemos unos cuerpos administrativos eficientes y profesionales para ayudarnos a salir de esta crisis. La verdad es justo lo contrario: estamos ante un Estado fallido, desbordado por los acontecimientos, en el que todo se deja para mañana.

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