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No meterse en Honduras

Yo siempre había creído que la democracia se asentaba en el equilibrio de los tres poderes del Estado, el ejecutivo, el legislativo y el judicial, sin que ninguno de ellos prevaleciera sobre los demás. Pero yo debía de haberme quedado dormido en la noche de ... los tiempos porque la ONU, la OEA, la CE y gobiernos de muy distinta hechura me advierten que ésas son antiguallas de Montesquieu, pudiendo el ejecutivo pasarse por el arco del triunfo a parlamentos y tribunales, que en una democracia moderna vienen a ser algo así como floreros. Eso es al menos lo que han venido a decir tan ilustres instituciones ante la crisis hondureña. Que si el presidente Zelaya quería convocar un referendo para ser reelegido, pese a prohibirlo su Constitución, podía hacerlo aunque el Congreso y la Corte Suprema se lo vetasen. En otras palabras: que poder sólo hay uno, el del Presidente, que puede hacer y deshacer a su antojo, sin tener para nada en cuenta los demás órganos del Estado.

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