Suscribete a
ABC Premium

Ya no es ayer

La Chica de ayer se te cruzaba en cualquier sitio. Tú ya ni la reconocías. Porque las chicas eran infinitas y el ayer se perdía en cada instante. Años ochenta. Fueron tiempos extraños. Un paréntesis. Todo iba a acabar, en cualquier momento, por retornar al ... orden, y había que apurar aquel caos que ni siquiera estábamos muy seguros de haber merecido. Para los más jóvenes, fue la invención del mundo. Los que pasábamos la treintena, lo sabíamos ocaso. Pero ya se sabe que no hay que dar oído al de más de treinta. Así que nos callábamos y hacíamos el bestia. Y claro que era «demasiado tarde para comprender», pero nadie tenía la menor intención de dejar de jugar y retornar a casa: le podían ir dando a la jodida casa. Y al retorno. Nuestro billete era de ida. Sólo. Eso decíamos. Y para demasiados, fue cierto.

Artículo solo para suscriptores

Esta funcionalidad es sólo para suscriptores

Suscribete
Comparte esta noticia por correo electrónico
Reporta un error en esta noticia