con permiso
La OCDE también le lee la cartilla a Sánchez, ¿y van?
Los asalariados cobran 2.200 millones menos que en prepandemia y pagan 7.700 millones más por IRPF. Piensen seriamente en las elecciones en 2023
No hay mañana sin ayer. El hoy, si eso, nos lo saltamos, canela fina. Pues... «me voy a quedar y voy a aspirar a ganar las elecciones en 2023». No digo más. ¿Adivinan? Palabra de Pedro Sánchez, Gobierno de España. ¡Qué fatiguita me entra de ... verdad! Y ya no hay día en el que me libre de ella. El caso es que resulta ahora que entre la nueva oleada de revisión de previsiones de toda institución de renombre, la de la OCDE de ayer, por ejemplo, ha sido la puntilla. Tanto para los incombustibles y exultantes augurios del equipo económico del señor ‘me vuelvo a presentar y encima gano’, como para aquellos gurús del ‘cualquier tiempo futuro va a ser mejor que lo que dicen los cansinos apocalípticos’... como servidora, por cierto, que las cifras oficiales yo no me las invento y están ahí para certificar lo que a unos -las instituciones internacionales y domésticas- les sirven para cambiar estimaciones, mientras otros, para colmo, juegan a ser periodistas y venden optimismo a granel al tiempo que de paso allanan su negocio. El tiempo quita o da la razón, y si me equivoco -¡ójala!- pues rectifico y punto, que no me va aquello de «donde dije digo...» como a otros. Me ahorro nombres.
Decía que la OCDE no se cree para nada ese aterrizaje suave hasta el entorno del 2% que ha previsto todo hijo de vecino -hasta ayer, claro- y augura que la inflación no sólo meterá más presión de la esperada este año, sino que su impenitente escalada será un suma y sigue durante todo 2023, con un incremento medio anual del 4,8% del índice general y del 4,5% de la tasa subyacente que, en definitiva, es la que nos muestra la evolución del núcleo más estable de la cesta de la compra, excluidos energía y alimentos frescos. Vamos, lo que nos ha hecho pupa de verdad en los bolsillos a los de siempre. Y si se cumplen sus previsiones, significará que la inflación de 2022 alcanzará su máximo desde 1986.
¿Entonces? Acabemos de una vez por todas con la retahíla de siempre, con el mensaje que ya nadie se traga de que la culpa de la inflación en España es la guerra, y de paso con la fiesta triunfalista del Gobierno, porque mientras tanto los de la devastada y sufridora clase media que todo lo aguanta, y además todo lo paga en este país, siguen soportando el peso de los precios que cabalgan hasta el infinito y más allá -el llamado impuesto de los pobres-, como también la fiscalidad confiscatoria, al resistirse el señor presidente por activa y por pasiva al llamamiento popular: deflactar los impuestos a la subida de los precios. Echen cuentas -los expertos financieros que le siguen la corriente a Sánchez también por favor-, que los asalariados cobran 2.200 millones de euros menos que antes de la pandemia y pagan 7.700 millones más por IRPF, la mayor pérdida de poder adquisitivo en tres décadas, según datos del Banco de España. A mí ya no me sirve el ‘Ande yo caliente... y los demás que arreen’. Usteden verán.