Vidas ejemplares

España, por un plato de lentejas

En un país adormilado, Sánchez completa una burla a la mayoría de los españoles

No se necesitan las poderosas células grises de Hércules Poirot para descubrir el móvil de los indultos que hoy aprueba Sánchez. Tras su carcasa propagandística de divo, se trata del presidente más débil de nuestra democracia, y el único que ha aceptado sostenerse en alianza ... con partidos que acababan de promover un golpe a la unidad de España. Por eso estos indultos, como sabemos todos -empezando por Sánchez y sus corifeos-, son solo un intento de ganar tiempo comprando unos meses más de favor de sus imposibles socios. No hay más. El resto es lírica evasiva, como prueba que el propio Sánchez ganó las elecciones prometiendo a los españoles endurecer la ley contra los envites sediciosos, lo contrario a lo que hoy hace.

Notable que haya elegido para su opereta el Gran Liceo de Barcelona, inaugurado en 1847. Y es que este templo del bel canto representa todo lo contrario a la fijación separatista que está convirtiendo a la maravillosa Cataluña en una región que va a menos, y ya con ciertos ribetes paletos (y quien crea excesivo el adjetivo, que repase a los líderes de la sagrada causa). El teatro barcelonés se llamó en su génesis Liceo Filarmónico Dramático de Su Majestad la Reina Isabel II. El Liceo surgió como una ventana al mundo, a la más alta y cosmopolita cultura. Si hubiese sido promovido hoy le pondrían trabas por poco identitario («¿Cómo es qué Rigoletto no parla català?», inquiriría el inaudito Puigneró). Cuando en 1994 lo arrasó un incendio, hubo una enorme ola solidaria en toda España: Gobierno, empresas, artistas, la Corona… El Ejecutivo español apoquinó el 33% de los 22.000 millones de la restauración. En lugar de situarse con la Cataluña abierta y el espíritu de la España solidaria que ayudó a reconstruir el Liceo, Sánchez opta por aliarse con quienes tienen como credo la ruptura en nombre de una supuesta superioridad, gente que solo se conformará con su república. En lugar de estar con la Justicia española, opta por degradarla para indultar a unos delincuentes que ya se jactan de la debilidad del Estado. En lugar de ejercer como patriota español, como le tocaba por cargo, actúa con mañas de chalán (en el escenario barcelonés hasta relegó la bandera de España, medio tapada tras la catalana). ¿Servirá de algo todo este oprobio? ¿Es posible alcanzar una ‘concordia’ con los separatistas devaluando el Estado y la justicia? No. Son insaciables. El aprendiz de brujo fue acosado por ellos a la entrada del Liceo, dentro y a la salida. El Gobierno catalán del supuesto diálogo le dio plantón.

Además de ser perfectamente inútiles, los indultos suponen una burla a los españoles, que constatamos que ya no se trata igual a todos los ciudadanos y comunidades. Escuece que un país que rechaza mayoritariamente este abuso haya sido incapaz de frenarlo. Se ha arrugado mucha gente a la hora de decir ‘no’, especialmente en las cúpulas empresariales y en la cultura, incluido cierto columnismo ‘snob’. Destacan, ¡cómo no!, los empresarios catalanes filonacionalistas, que volverán a llorar por las esquinas cuando llegue el nuevo golpe. Que llegará.

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