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Sala de máquinas

Parar a Rabat

Julián Quirós

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Marruecos. ¿Qué se puede esperar de un país, de una Policía y de un Gobierno que tolera y quizá incita a que miles de menores, miles de súbditos del Rey, se jueguen la vida para llegar nadando a la costa de Ceuta? ¿Tan poco vale ... un niño, no digamos miles, para las autoridades vecinas? Carne humana como moneda de extorsión diplomática. Estamos ante otra reedición del eterno chantaje, a cuenta de la inmigración o la presión sobre las plazas españolas en el norte de África. Envalentonado por las últimas voluntades de Trump, que le reconoce soberanía sobre el territorio saharaui, Marruecos vuelve a tensar la cuerda, su especialidad para medir el arrojo de los sucesivos gabinetes españoles desde los años finales del franquismo. El ministerio guarda silencio a la provocación de estos días, pero como el conflicto no es español sino europeo, va siendo recomendable una respuesta conjunta de la UE a tanta desfachatez: que vea las tijeras, si sigue estirando la cuerda.

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