El contrapunto
España, paraíso de las mafias
Merced a la complicidad del Gobierno, los esclavistas de nuestro tiempo obtienen pingües beneficios
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Iniciar sesiónPor cortesía del Ejecutivo que encabeza Pedro Sánchez, las mafias del tráfico humano están haciendo su agosto en España. Me parece estar viendo la oferta: «Travesía desde la costa mauritana hasta la isla de Gran Canaria, estancia en hotel de cuatro estrellas, salvoconducto oficial para ... viajar a la Península, transporte en vuelo regular y vía libre desde allí a cualquier lugar de Europa, por un módico precio que oscila entre 2.500 y 5.000 euros». ¡Una ganga! El dinero va íntegramente al bolsillo de los traficantes que proporcionan la patera, ya que lo demás corre a cargo del contribuyente español. De este comercio infame obtienen pingües beneficios los esclavistas de nuestro tiempo, merced a la complicidad de un Gobierno que incumple así su deber de imponer la Ley, abdica de las responsabilidades inherentes a ser frontera Schengen y miente con descaro a la ciudadanía.
Cuando empezó la avalancha de inmigrantes arribados al puerto de Arguineguín, allá por el mes de octubre, el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, José Luis Escrivá, miró hacia otro lado, como sigue haciendo hoy. El de Interior, Fernando Grande-Marlaska, aseguró que esas personas no serían trasladadas a la Península, porque «hay que luchar contra la emigración irregular y evitar que se establezcan vías de entrada irregular en Europa» (sic). El vicepresidente Iglesias, entre tanto, pedía papeles para todos y ofendía gratuitamente a Marruecos mostrando su apoyo al Polisario, como si ignorara que es Rabat la que tiene en su mano abrir o cerrar el flujo de esta invasión silenciosa, gestionada desde hace lustros como una herramienta «diplomática» más al servicio de los intereses patrios. Las provocaciones no han cesado desde entonces, sin que el presidente haya formulado un reproche a su lenguaraz número dos.
Del «no pasarán» pasamos en pocas semanas al «ya están pasando», porque, a decir de Sánchez, «todos los territorios tenemos que ser solidarios con los que están sufriendo mayor presión». Lo cual se traduce en veintisiete inmigrantes carentes del perentorio permiso llegados diariamente a distintos aeropuertos peninsulares desde principios de octubre (cerca de dos mil en total), con el formidable «efecto llamada» que tal movimiento produce en sus países de origen. Veintisiete viajeros «fantasma» cuyos billetes nadie sabe quién paga, que en muchos casos disponen de documentos facilitados por el Ministerio del Interior, a pesar de que Marlaska jure que no organiza tales viajes, algunos con test de coronavirus positivos, y que constituyen una pesadilla para la Policía, los ayuntamientos y los servicios sociales, dado que escapan a cualquier control y nadie se responsabiliza de ellos.
Esto es lo que sucede cuando se montan numeritos como el orquestado por Frankenstein en torno al célebre Aquarius. Las mafias toman buena nota y te escogen como destino de su repugnante tráfico.
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