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Editorial ABC

Investidura contra la Constitución

Gabriel Rufián se encargó de proclamar de forma explícita e hiriente todo lo que el candidato socialista quiso ocultar y maquillar en su discurso

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El balance de la primera jornada de la sesión de investidura es claro: Pedro Sánchez va a presidir -si consigue la mayoría necesaria- un gobierno que pretende derogar el sistema constitucional de 1978. Obviamente, Sánchez no definió este objetivo de forma explícita, pero los hechos ... hablan por sí solos, empezando por la catadura de los socios que ha elegido para su mandato. El propio Gabriel Rufián se encargó de proclamar de forma tan clara como hiriente todo lo que el candidato socialista, al que humilló desde la tribuna del Congreso, quiso ocultar y maquillar en su discurso. Entre eufemismos, Sánchez no dudó en fijar el eje de su intervención en la descalificación del Estado de Derecho, el imperio de la ley y el control judicial sobre lo público. Su ataque a los tribunales de Justicia se manifestó en frases de pretenciosa altura de miras, pero cortas de ética política, como si la aplicación de la ley fuera el problema y no la solución, como si fuera viable una democracia al margen de la ley. Por eso fue temerario a la hora de comprometerse con los independentistas y comunistas en «dejar atrás la vía judicial» para Cataluña, como si estuviera en sus manos dejar en vía muerta los mecanismos que protegen la ley y la Constitución.

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