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Una raya en el agua

Sainete y psicodrama

Sánchez ha creado una tempestad artificial para fingir el milagro del caminante sobre las aguas. Y por poco naufraga

Ignacio Camacho

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La votación de la minirreforma laboral ha retratado el solipsismo en que vive instalada la política española. Un esperpento de endogamia e incoherencia en el que un diputado se ha hecho un lío con un voto decisivo mientras la mayoría de los partidos -un respeto ... a esos congresistas de UPN capaces de honrar su pensamiento crítico- votaba contra sus presuntos principios, y no por el interés de la nación sino por mero tacticismo, por posicionamiento electoral o por encontrar un sitio, un papel en una escena desprovista de sentido. La idoneidad del decreto a convalidar y y su impacto sobre el mercado de trabajo carecían de importancia porque todo el mundo es consciente de que se trata de un empeño innecesario, la enésima pirueta de un funámbulo en la cuerda floja del engaño con el que esta vez pretendía embaucar a sus propios aliados. Un nuevo ejercicio de su impostura maniobrera que consiste en inventarse un problema, enredarse en él y esperar que los demás se lo resuelvan mediante un chantaje simultáneo a derecha e izquierda. A esa irresponsabilidad compulsiva, a esa tendencia ególatra a convertir en plebiscito cualquier debate sobre cualquier materia, la llaman sus trompeteros habilidad estratégica.

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