ABC.es, el periódico de la libertad
Guillermo Luca de Tena definió el liberalismo como una actitud constante de tolerancia. Se es liberal con todo o no se es en nada
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Iniciar sesiónLiberalismo viene de libertad, y la libertad no se fragmenta ni se elige a la carta. No existe, y menos en periodismo, un poquito de libertad, ni se puede ser libre por parcelas o predicar un liberalismo a conveniencia de parte interesada. El liberalismo es, ... más que una ideología, una actitud mental, una posición ante la vida en la que la convivencia, la concordia entre diferentes, representa una cuestión sagrada. En el 75 aniversario de ABC, Guillermo Luca de Tena lo definió como «una actitud constante de tolerancia». Respeto por las ideas ajenas, independencia de criterio, voluntad de diálogo, apertura intelectual frente a las falsas convicciones sectarias. Como suele repetir ese liberal prístino que se llama Antonio Garrigues, se es liberal en todo o no se es liberal en nada.
A lo largo de más de un siglo, ABC ha defendido la libertad como principio básico de una idea de España. Sus páginas han estado abiertas a firmas y plumas de pensamiento distinto, unidas por el hilo de una creencia común en la fuerza de la opinión independiente como elemento central del periodismo. Incluso durante el franquismo, la reivindicación de una monarquía constitucional encarnada por Don Juan III representaba la apuesta por el regreso a las libertades públicas, el sistema de partidos y el reconocimiento de los derechos fundamentales de cada individuo. El verdadero credo liberal no se arroga verdades absolutas ni convencimientos unívocos; aboga por una cultura de concordia y de debate como fundamento esencial del marco político.
Ninguna etapa de la España moderna encarna esos valores con más eficacia que el régimen democrático refundado por el Rey Juan Carlos tras la muerte de Franco y desarrollado a lo largo de los últimos cuarenta años. Un proyecto colectivo en que los periodistas y colaboradores de ABC nos sentimos representados porque significa la superación de los rencores civiles que condujeron a la nación a un sangriento colapso, porque recoge a través de sus instituciones las garantías jurídicas de los ciudadanos y porque simboliza en la Corona la unidad y la neutralidad del Estado. A nadie se le escapa que ese proyecto vive tiempos problemáticos, amenazado por el empuje disruptivo de movimientos de secesión territorial y de diversos populismos autoritarios. En un clima social confuso y convulso, dominado por un griterío superficial que banaliza el debate público y lo transforma en espectáculo, la responsabilidad de un periódico consiste en mantener la serenidad, buscar la verdad bajo el clamor del escándalo y defender la moderación como espacio de encuentro civilizado.
Uno de los dos grandes errores recientes del periodismo -el otro ha sido la entrega indiscriminada en internet de contenidos gratuitos- consiste en haber caído en la tentación de suplantar a los actores genuinos del proceso político. Ésa no es la función de este oficio, que debe centrarse en el relato de la actualidad y su análisis explicativo desde el conjunto de paradigmas morales, culturales e ideológicos que cada medio fija como brújula de su camino. Y que en el caso de ABC están claros desde su ya lejano inicio: integridad nacional, constitucionalismo, monarquía como garante de arbitraje, libertad de mercado y de pensamiento, una ética social y patriótica informada por los valores del cristianismo y un compromiso largamente sostenido con la calidad, el talento y el castellano bien escrito. Periodismo responsable, adulto, independiente, con vocación de servicio a lectores formados en el espíritu crítico.
Independencia no significa neutralidad. Significa libertad de criterio, no servir a los intereses de ningún partido, grupo de influencia o causa que puedan orientar la línea editorial bajo patrones ajenos. Significa enfocar los acontecimientos con mirada propia, sin interferencias ni presiones ni apremios. Significa respetar las opiniones y ser leal a la realidad de los hechos. Significa publicar todo aquello que tenga relevancia en la comprensión del contexto.
Significa ser implacablemente refractario a consignas, presiones y vetos. La objetividad es sólo un ideal, una aspiración teórica, pero la veracidad es una obligación del periodismo serio: la opinión libre no es posible sin el fundamento de una información veraz obtenida por métodos honestos.
Cuando se escribe en este diario se siente el peso de una tradición liberal instituida en el primer número y sostenida durante doce décadas. Se siente el aliento de las más grandes firmas de todas las tendencias que han dejado aquí su huella, y cuyos retratos te miraban vigilantes desde el vestíbulo de la Biblioteca. Y se siente, claro, la obligación de seguir su estela: la del pensamiento autónomo que siempre ha captado, promovido y respaldado esta empresa. Si no se ejerce como un deber y no se defiende con pasión y firmeza, la libertad se vuelve un concepto abstracto, un espejismo trucado, una quimera.
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