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Rosa Belmonte

Hacerse respetar

Emmanuele Macron no ha hecho nada todavía, salvo pavonearse con los líderes mundiales

Rosa Belmonte

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Con Macron conviene tener la misma prevención que con Zidane. No hay que fiarse de los guapos. En noviembre del año pasado, el Real Madrid jugó un extraño y desastroso partido con el Legia de Varsovia a puerta cerrada. Allí. Con empate ... a tres. En su crónica del encuentro silencioso, Hughes escribió: «Los periodistas hablaban mucho para que no se oyese hablar a Zidane. No se podía desvelar el gran secreto de las indicaciones del míster, sobre cuya ignorancia se desarrolla gran parte de la literatura y misterio de una temporada». A la espera de lo que pase el sábado en Cardiff, y pese a esa ignorancia, Zidane ha conseguido la Liga. Macron, la presidencia francesa. Todavía no le ha dado tiempo a hacer nada, salvo pavonearse. Salvo hacer manazas con Trump y chulear a Putin. «En mis diálogos bilaterales no dejaré pasar nada, así se hace uno respetar», dijo a «Le Journal du Dimanche». Me recuerda Macron a esas jueces jóvenes que para hacerse respetar tiran de la antipatía y la adustez. Luego algunas son como Peter Cushing en «Top Secret», que cuando se quita la lupa del ojo resulta que seguía teniéndolo grandísimo (ellas siguen siendo odiosas).

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