Gracias al Rey

Su papel, escrito en la Constitución, le convierte en «símbolo de la unidad y permanencia del Estado» que «arbitra y modera el funcionamiento irregular de las instituciones». Eso ha hecho, por lo que sabemos, que es poco y sin apenas detalles. Al contrario de la actuación de su padre el 23-F, desde Zarzuela no nos han contado anécdotas o interioridades de cómo Felipe VI ha vivido los momentos más álgidos de este golpe de Estado o los contactos concretos que ha llevado a cabo.

Pero tenemos sus palabras. Su primera frase, «la Constitución prevalecerá frente a quienes quiebran la convivencia», pronunciada en Salamanca el 21 de septiembre, sentó las bases de la respuesta a la convocatoria del referéndum ilegal; la segunda, la de su mensaje televisado después del 1-0 («es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional») animó a Gobierno y oposición constitucionalista a aceptar el 155; la tercera, cuando el 20 de octubre denunció en Oviedo el «intento de secesión inaceptable», les empujó a actuar sin más contemplaciones.

Aún le queda al Rey mucha tarea por delante. Sin duda tendrá que seguir empleándose para que el Gobierno no decaiga en la difícil tarea que le espera las próximas semanas, para que la dirección socialista no se raje de su apoyo a Rajoy y para que el bloque constitucionalista continúe compacto. Aunque sea tan discretamente, ¡que siga teniendo éxito!