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Cambio de guardia

Jiménez Lozano

No hay funeral de Estado aquí. No hay obsequias nacionales en este atardecer de un mínimo cementerio castellano

Gabriel Albiac

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«Tú no estarás un día», silabeo su heptasílabo. No está. Ahora. Cuando la losa cierra el silencio del mundo. Y esa belleza suya que él tanto amó. Murió en la madrugada de este lunes. La luz que declina en el cementerio de Alcazarén es, ... con exactitud milagrosa, la luz de su poema: «jaula de oro la tarde,/ cúpula azul de porcelana». La misma pregunta que, ante el seco resonar de los vencejos, asombraba a José Jiménez Lozano me golpea ahora: ¿por dónde poner sentido a todo esto? No respondo, por supuesto. Como aquellos vencejos del poema, que «no encuentran la salida,/ la ventana del mundo». Puede ser -pero eso lo pongo yo, que asisto al cierre de la losa en este atardecer de una luz castellana demasiado cristalina-, puede ser que el mundo no tenga ventanas. Ni escape. Ni sentido.

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