Error de cálculo

No será lo mismo sospechar que Sánchez volverá a pactar con los independentistas a ver cómo ese concordato se va haciendo realidad

El decreto de convocatoria de elecciones firmado ayer por Pedro Sánchez regala una gran baza al PP de cara a los comicios locales. Pone en marcha la cuenta atrás para la constitución de las nuevas Cortes. Y eso obligará al partido que obtenga la mayoría ... parlamentaria a destapar su estrategia de alianzas antes de pasar por las urnas en mayo. Si el PP logra tejer la mayoría absoluta, se repartirá el control de la Mesa del Congreso con sus eventuales socios, Cs y Vox. No pagará factura alguna porque esta alianza está ya descontada desde las elecciones andaluzas y la concentración de Colón. Pero si es el PSOE el que suma 176 escaños, a Pedro Sánchez le resultará casi imposible mantener su estrategia de disimulo respecto a quienes serán sus socios. ¿Veremos a un diputado de ERC sentado en la Mesa del Congreso? ¿A un parlamentario de Podemos presidiendo la Cámara baja? Estas podrían ser, desde luego, las primeras contrapartidas que los camaradas de Sánchez le exigieran a cambio de apoyar su investidura. Y el presidente del Gobierno difícilmente tendrá escape porque la Carta Magna impide retrasar más de 25 días la constitución de las Cortes. Un plazo que sitúa la cita, obligatoriamente, antes de las elecciones de mayo. De cara a los votantes de centro, no es lo mismo escuchar a PP y Cs anticipar cada día que si gana Pedro Sánchez habrá un nuevo gobierno Frankestein, a ver cómo ese concordato empieza a hacerse realidad antes de volver a votar. Un grave error de cálculo que, muy probablemente pagarían los barones socialistas. No querían coincidir con su líder en las urnas para evitar ser castigados por los guiños al independentismo y resulta que, cosas de la vida, esa conchabanza puede estallarles de plano e imponerles una penitencia mayor.

En el reparto de la Mesa del Congreso no caben, desde luego, disimulos. Si el que teje la mayoría absoluta quiere evitar el placaje constante del Parlamento, está obligado a llevar sus alianzas a la Mesa del Congreso. No en vano, el PP ha demostrado en esta legislatura que es posible maniatar al rival político ocupando tan sólo tres de los nueve puestos de este órgano. Ana Pastor, Rosa Romero y Alicia Sánchez Camacho supieron exprimir el Reglamento para bloquear cuestiones estratégicas del Gobierno socialista y, antes de ello, ofensivas clave de la oposición. Uniendo, eso sí, fuerzas con el que era su socio de legislatura, Ciudadanos. La izquierda ha aprendido la lección y ahora se prepara para pelear a vida o muerte por el control de la nueva Mesa del Congreso. Un órgano que, además, no admite enmiendas posteriores ya que ninguno de sus cargos puede ser cesado. Ni siquiera el partido que propone a alguno de sus miembros puede después levantarles a la fuerza. Lo que suceda en el Congreso después del 28 de abril puede condicionar y mucho la fotografía del 26 de mayo. La precipitación y la ausencia de hoja de ruta han llevado al Gobierno a cometer un nuevo error estratégico. Otro más. Veremos si la derecha le saca partido.

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