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Editorial

Triunfalismo y ocultación

Sánchez peca tanto por exceso verbal como por defecto. Es mucho lo que calla y no responde. Desde el año pasado, cantar victoria ha sido su principal actividad, a menudo contraproducente

Pedro Sánchez en Palma de Mallorca EFE
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No es casual que Pedro Sánchez haga balance de su gestión en coincidencia con la publicación de datos y estadísticas oficiales capaces de aportar veracidad a su discurso triunfalista. Este martes fueron las cifras de empleo del mes de julio las que sirvieron de argumento ... a la comparecencia con que el presidente del Gobierno cerró su agenda de trabajo para marcharse de vacaciones. La recuperación del empleo o el crecimiento del PIB, logros que Sánchez se atribuyó como propios, no son sino la respuesta de un mercado que, en un acto reflejo, se libera de las restricciones y vuelve a recuperar el pulso perdido durante las fases más críticas de la pandemia. En cuanto a los hitos del proceso de vacunación, acelerado por la llegada de millones de nuevas dosis, el jefe del Ejecutivo pasa por alto el papel que juega la UE en la adquisición y distribución de los viales. Sin embargo, Pedro Sánchez peca tanto por exceso verbal como por defecto. Es mucho lo que calla y lo que no responde. Desde el año pasado, cantar victoria ha sido su principal actividad pública, a menudo contraproducente por generar un exceso de confianza que ha multiplicado los contagios y el cese de actividades. Se daba por hecho que el presidente del Gobierno glosase la excelencia de su gestión y que, a la vez, guardara silencio sobre las amenazas que condicionan el futuro de España, que le son muy próximas.

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