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El pan de cada día

La agresión rusa a Ucrania empieza a dibujar los perfiles de una crisis alimentaria que puede desatar un efecto en cadena sobre regiones teóricamente ajenas al conflicto militar

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La globalización está mostrando su faceta menos constructiva con la expansión de los temores provocados por la invasión de Ucrania por Rusia. Se ha dicho, con razón, que la globalización de las comunicaciones de todo tipo ha reducido el hambre en el mundo y que ... sus beneficios son mayores que sus perjuicios, siempre que haya un crecimiento homogéneo de la economía mundial. Pero, de la misma manera que los beneficios circulan con rapidez en las redes de la globalización, también lo hacen los problemas, las inquietudes y las crisis. Actualmente, la agresión rusa a Ucrania empieza a dibujar los perfiles de una crisis alimentaria que puede desatar un efecto en cadena sobre regiones teóricamente ajenas al conflicto militar y a su diplomacia de sanciones económicas, pero muy condicionadas al flujo de exportaciones de grano desde tierras ucranias y rusas. Ambos países son los principales exportadores mundiales de trigo, cebada y maíz. También generan un alto porcentaje de aceite de girasol. Con este dato es fácil comprender el temor de Naciones Unidas a que aumente el hambre en el mundo. La preocupación energética es principalmente europea, pero otras regiones tienen la preocupación de que sus ciudadanos coman todos los días. Si a esto se une que Rusia y Bielorrusia son los principales exportadores de fertilizantes, la tormenta sobre la cadena alimentaria roza una perversa perfección.

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