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Una oportunidad perdida

El Supremo ha avalado que la exministra más ferviente defensora del PSOE en mítines y actos públicos se mantenga como fiscal general pese a su más que dudosa imparcialidad

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La decisión del Tribunal Supremo de no entrar a valorar los recursos planteados en su día por el PP y Vox contra la designación de Dolores Delgado como fiscal general del Estado, alegando que esos partidos no están legitimados para cuestionar el nombramiento, merece el ... respeto y acatamiento propios de toda resolución judicial. Se comparta o no el fondo de la cuestión, y es notorio que no todos los magistrados lo comparten, lo cierto es que queda avalada la legalidad de la designación de Delgado. De este modo, el Gobierno se sacude de encima un problema que pendía sobre Pedro Sánchez desde el mismo instante en que decidió que su ministra de Justicia pasase a ser fiscal general sin solución de continuidad. Y todo, sin que el Supremo haya tenido que desgastarse, ni romperse, para decidir si realmente Delgado cuenta con el marchamo de imparcialidad exigible a su cargo. Es evidente que no es así, pero ya nunca lo sabremos por boca del Supremo. Le ha bastado con argumentar que el PP y Vox no podían recurrir esa decisión personal de Sánchez, el mismo que dijo en una entrevista: «¿De quién depende el fiscal general? Pues ya está». Ese «pues ya está» es lo que ha avalado el Supremo sin siquiera mojarse.

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