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Aviso al Gobierno: fin del verano

Fuera de las polémicas ideológicas y del intervencionismo partidista y ético del Ejecutivo, no hay rastro de una acción política eficaz en los grandes problemas del país

Editorial ABC

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Al mes de agosto le queda una semana y esto significa que las familias españolas van a volver a su realidad cotidiana. Se acabará entonces el placebo de las fotografías del presidente Sánchez con niños afganos en la base aérea de Torrejón de Ardoz o ... rodeado de tierra quemada en Ávila. Terminará la tregua del verano y empezará de nuevo -o seguirá- el día a día de los españoles con sus facturas de la luz disparadas, lo mismo que las del gas y las de la gasolina. Fuera de las energías, suben bienes esenciales de consumo como el aceite, las frutas, los huevos y tan habituales como las bebidas azucaradas, todos por encima del IPC y algunos incluso por las nubes. La inflación sigue su vuelo y el fin de la temporada turística se reflejará en la tasa de desempleo y de cotizantes a la Seguridad Social. No es catastrofismo sino descripción de la realidad sobre la que patina el Gobierno, resignado a su propia incapacidad para frenar el deterioro de las economías de las familias y de los autónomos. Más allá de algún chiste prescindible, como el de la ministra Teresa Ribera sobre Putin y el suministro de gas a Europa, del Ejecutivo no se ha oído en estas últimas semanas una declaración política seria o una iniciativa audaz para frenar la escalada de precios. El único debate -si así se le puede llamar- que se ha suscitado en el seno del Ejecutivo ha sido promovido por Unidas Podemos con su previsible e inútil propuesta de crear una empresa eléctrica pública. No parece que el ascenso de la ministra de Economía, Nadia Calviño, a la vicepresidencia primera haya tenido efecto positivo en el discurso y la acción del gabinete. Al revés, su ausencia acentúa la imagen de fracaso en la dirección de la economía nacional y que todo se apuesta, con confianza ciega, a la taumaturgia de los fondos europeos, recibidos con tanta ansiedad que parecen el salvavidas de un rescate de España por Bruselas en toda regla.

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