El cangrejo de la Unión Europea
ANDAN todas las sociedades europeas tan ensimismadas en su desazón económica que el panorama de la eurozona se hace algo paradójicamente ajeno. los pros y contras de un Fondo Monetario Europeo son significativos. Algo no se consideró con rigor y perspectiva cuando la unificación monetaria ... requirió un Pacto de Estabilidad previo. Ahora, apenas esbozada la idea, la divergencia es inmediata. Ayer el «Financial Times» enumeraba las posiciones: Alemania estaría a favor pero en contra está el Banco Central Europeo; Francia no ve ese FME como prioritario; España, enfrascada en la idiosincracia de su recesión, no cuenta mucho; el Reino Unido ve incoherencia en el proyecto, mientras que Polonia y Alemania consideran condición «sine qua non» el rescate de Grecia.
Siendo de hace tan poco la aprobación del Tratado de Lisboa, la hipótesis de un Fondo Monetario Europeo o una coordinación mayor de las políticas presupuestarias contradicen el consenso reciente sobre la conveniencia de no embarcarse en nuevos experimentos institucionales, pero la economía manda. Para algunos analistas, la crisis es de tal gravedad que puede llevarse el euro por delante y desembocar en una unión monetaria a dos o tres velocidades. Para otros, el programa griego de austeridad da un respiro que puede avenirse con la recuperación de economías como la alemana o la francesa. Mientras tanto, se acusa a los especuladores de vejar las deudas públicas europeas y se habla de prohibir las ventas especulativas de los CDS, esas pólizas de seguro sobre la deuda de los Estados. Para la Comisión Europea, ahí está el origen de la depauperación griega.
El filósofo francés Roger-Pol Droit achaca a la heleno-fobia alemana el descrédito de la economía griega. De hecho la opinión pública alemana es profundamente reacia a tener que salir en ayuda de las finanzas griegas. No todo es atribuible a la heleno-fobia alemana porque los gobiernos de Atenas han sido inveterados en su camuflaje estadístico y el abstencionismo fiscal de la sociedad griega es ya parte del anecdotario de la Unión Europea. Desde este punto de vista, la comparación de España con Grecia es injusta.
Aún así, no puede descartarse que la inacción del Gobierno de España acabe siendo reconvertida por la convergencia de una presión de los mercados y por la ortodoxia del Banco Central Europeo. Con dos años del segundo mandato de Zapatero, todos los frentes políticos y económicos están abiertos. En plena presidencia semestral de la Unión Europea, España está en posición frágil, como lo prueba el vasto acuerdo del Parlamento Europeo a favor de la disidencia cubana, en contradicción aparatosa con la conducta del gobierno de Zapatero.
Previamente debilitados por las contradicciones constitucionales del sistema europeo, la recesión ha desmoronado los objetivos de crecimiento de la Agenda de Lisboa en el año 2000. Aquel horizonte virtual de dinamismo económico y tecnológico quedó en la naturaleza de documento. Le sustituye la Estrategia 2020 cuyos propulsores consideran más realista en sus metas que la Agenda de Lisboa, anterior al deterioro recesionista. Esa acumulación de intenciones incumplidas tiene algo de constante de la integración europea en período de vacas flacas. Reafirma la impresión de que el proceso europeo sólo arranca en fase de vacas gordas aunque haya quien considere que la crisis objetivará un afán de superación. Por eso «Les Echos» compara a la Unión Europea con un cangrejo: no avanza en línea recta, desaparece a veces bajo la arena pero es capaz de acelerarse. Es otra fábula en busca de autor.
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