Chile: La incertidumbre que se aproxima

La sociedad chilena se divide entre aquellos que quieren emular los «éxitos» venezolanos y cubanos, otros que se auto nominan progresistas y deletrean con majadería los conceptos de inclusión, diversidad, igualdad, derechos humanos y son a su vez partidarios de mas Estado. Finalmente, se encuentran aquellos que piensan que Chile venía transitando razonablemente y que la Constitución requería adecuaciones, mas no partir de una hoja en blanco que es lo que aparentemente solicita la mayoría. Diversos eventos no deseados, han complicado a Chile en los últimos tiempos. El conflicto en la sureña región de la Araucanía, en que narcos y pseudo representantes de pueblos originarios matan y queman en la demanda de un territorio propio dentro de Chile.

En el extremo norte, miles de miles de inmigrantes se agolpan en el límite de Chile con Perú y Bolivia. Lo que hasta hace pocos años eran ingresos ilegales de haitianos, avalados por la ex presidenta Bachelet, hoy se concentran en inmigrantes venezolanos escapando del dictador Maduro, del hambre y de la miseria. Ni Bolivia ni Perú hacen algo efectivo por impedir su paso hacia Chile, donde se supone se vive mejor, a pesar de que los chilenos prefieren cambiarlo todo. En otro frente, Alberto Fernandez, Presidente de Argentina, visitó recientemente Chile involucrándose en todo tipo de temas internos. Arengó a la oposición de su anfitrión, ratificó sus aspiraciones antárticas -en desmedro de las chilenas- y sobre las islas Falklands, con inesperada complicidad del presidente chileno. Es justo destacar que el manejo de la vacunación en Chile, por el coronavirus, ha marchado bastante mejor que en otros países. Sebastián Piñera apuesta fuerte a este objetivo, en la esperanza de que el final de su período presidencial concluya con un éxito importante. No obstante, el futuro de Chile es incierto y preocupante por diversas razones.

La convivencia interna se ha deteriorado, la inseguridad es un problema de magnitudes impensadas una década atrás y el creciente narcotráfico se perfila como un tema grave y de no fácil solución. Las elecciones presidenciales van tomando forma y se avizoran no menos de 6 precandidatos de derecha y centro derecha y unos 4 de izquierda. Lo mas probable es que la contienda se defina entre un candidato de centro derecha -mas de centro que de derecha- y un candidato de izquierda, probablemente con apoyo del partido comunista. Casi todo se basa en lo políticamente correcto, en recibir del Estado muchos beneficios, y muy poco se habla de los deberes de los ciudadanos. La autoridad policial ha perdido apoyo y tras el cambio del sistema binominal, el congreso se ha plagado de representantes sin preparación, elegidos muchos de ellos con menos del 2% de los sufragios y con escasa capacidad para generar leyes que le den estabilidad y progreso al país. En otros frentes externos, Chile se ha alejado de los Estados Unidos, otrora su principal socio comercial. El Presidente Piñera fue un firme opositor a Donald Trump, incluso desde antes de que saliera elegido.

Casi 2 años ha estado Chile sin Embajador de los Estados Unidos y China irrumpe como el principal socio comercial y recientemente materializando fuertes inversiones en sectores claves como la energía. La apertura de la economía al mundo, gatillada bajo el gobierno militar chileno a fines de los setenta, la creación de un sistema de pensiones privado y la consolidación de instituciones autónomas como el Banco Central, llevaron a Chile a transformarse en un faro regional. Hoy, esa tendencia de supremacía in discutida, ha perdido impulso.

El pueblo chileno que saltó en 4 décadas desde la pobreza a un nivel de desarrollo muy superior a su entorno suramericano, hoy se enfrenta con dificultades complejas y en algunos casos irreversibles. Inmigración descontrolada, narcoterrorismo en el sur de Chile y pérdida de respeto a la autoridad, son los 3 talones de Aquiles del hasta hace no mucho exitoso modelo chileno. En este año 2021, Chile tendrá su prueba de fuego. O logra demostrar que la aventura de una nueva Constitución valía la pena, o su futuro estará más circunscrito a esa mediocre américa latina, que deambula entre el populismo, la flojera y la corrupción.

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Andrés Montero es empresario y columnista chileno