Álvaro Vargas-Llosa - Algo trae el Potomac
Hacernos los suecos
Ha habido más fallecimientos en Suecia que en otros países nórdicos, pero menos muertes per cápita que en España, Francia, Italia y el Reino Unido
No logro confirmar si la deliciosa expresión «hacerse el sueco» se originó en los marineros suecos que atracaban en España y entendían lo que les interesaba, o en la palabra «soccus», referida a las pantuflas de los cómicos en el teatro romano, de la que ... derivó «zoquete». Pero, tras la pandemia, es hora de revisar el significado. Basándose en su agencia sanitaria, dirigida por Anders Tegnell, el Gobierno sueco recomendó la distanciación social voluntaria, prohibió reuniones de más de cincuenta personas e impuso la educación a distancia en escuelas secundarias y universidades. Como Islandia y varios países asiáticos, rechazó el encierro medieval.
La estrategia: alcanzar, sin estragos, la inmunidad colectiva. Sólo hay dos antídotos contra un virus: vacuna o inmunidad. Encerrar a la población hasta descubrir una vacuna hubiera sido demencial. Si resultaba posible «aplanar la curva» sin encerrar a los ciudadanos y con menos estropicios sociales y económicos, ¿por qué resucitar la Edad Media? Suecia no tardó más que otros países en allanar la curva y tiene hoy una inmunidad mucho mayor, lo que será evidente en una segunda ola de Covid-19. Matemáticos suecos calculan que un 40 por ciento de la población estará inmunizada en junio; Tegnell estimó hace semanas que uno de cada cinco holmienses ya lo estaba. Dada la responsabilidad de los suecos, con el 40 por ciento se habrá derrotado el virus (en países irresponsables se necesita un sesenta por ciento).
Cierto: ha habido más muertes en Suecia que en otros países nórdicos. Pero Suecia ha tenido bastantes menos muertes per cápita que España, Francia, Italia, el Reino Unido, los cuatro países que impusieron los peores encierros de Europa. Y no hablemos de la letalidad: en Suecia fue menor (11,9 por ciento) que en Francia (19 por ciento) o Italia y el Reino Unido (14 por ciento). La verdadera cifra sueca es en realidad mucho menor, pues la letalidad compara el número de muertes con el número de infectados y si un país hace muchas menos pruebas que otro, tendrá menos infectados confirmados y la letalidad parecerá mayor. Suecia ha hecho muchas menos pruebas por millón de habitantes que los europeos mencionados (tres veces menos que España), prefiriendo concentrarlas en pacientes con síntomas severos. Más del 50 por ciento de las muertes en Suecia se dieron en residencias de ancianos porque los responsables no tomaron precauciones como el uso de mascarillas a tiempo. Sin este factor, las muertes en Suecia serían comparables a las de sus pares escandinavos… con más libertad, más inmunidad y menos devastación económica. Como muchos suecos tomaron precauciones voluntarias (poca gente acudía a los restaurantes, por ejemplo), la actividad económica disminuyó. Pero lo sucedido no se compara con el hundimiento español o italiano.
Hacerse el sueco: mascarillas, distanciación social razonable, esfuerzos dirigidos a la gente mayor o enferma y el afrodisíaco de la libertad.