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Enfoque

Hijos del sanchismo

La nueva ley educativa

Álvaro Martínez

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Novena ley educativa de la democracia, que en esto vamos camino del récord mundial mientras, eso sí, cada Informe Pisa es un calvario. La que viene se llamará Lomloe y es el acrónimo más largo de los ocho precedentes. Ahí sí que avanzamos. A saber: ... Loe, Loece, Lode, Logse, Lopeg, Loce, Loe otra vez, Lomce y la mencionada Lomloe, una auténtica sopa de letras que ha venido mareando a familias y claustros sin que ninguna de ellas (alguna no llegó ni a ser aplicada tras su publicación en el BOE) haya corregido el que para muchos es el principal mal de raíz que esconde el modelo y que no es otro que haber entregado la materia a las Comunidades, que sobre unos mínimos curriculares demasiado diminutos ha dado manga ancha y pantalón de campana a cada autonomía para que fuera «regionalizando» la asignatura. Ese «Juan Palomo» a la hora de organizar el modelo en cada lugar ha sido una especie de veneno especialmente tóxico en las administraciones en manos de los nacionalistas, cuyo entusiasmo por la igualdad entre españoles es perfectamente descriptible de tal forma que, por ejemplo, la historia se retuerce hasta convertirla en un adefesio. Las comunidades que no eran de ese tenor ideológico, quizá por no ser menos también «customizaron» tanto sus modelos al entorno que en algunos libros de texto el arroyo cercano al pueblo de los chavales era tratado con más profusión que el río Ebro. Si se enseñara lo mismo en unos lugares que en otros no tendrían sentido esas diferencias, a veces abismales, en el rendimiento de los chavales en unas y otras regiones.

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