Un alivio... al menos por un día
El riesgo que corría Macri ayer era que se produjera la estampida de la gente a los bancos y que creyeran que se iba a producir otro «corralito» como el del 2001
A todo o nada. El Gobierno de Mauricio Macri sabía que el lunes podía firmarse su sentencia de muerte o ser el primer día de algo parecido pero diferente. Hacía falta valor para publicar, en domingo, un Decreto de Necesidad y Urgencia donde se establecía ... un control de cambios que viene a ser la versión «light», del cepo al dólar de Cristina Kirchner. Hacía falta coraje y… estar entre las cuerdas de un ring financiero donde los golpes los recibe por errores propios, por tener la guardia baja y por no saber bailar en la lona de la política con un peronismo «K» que no perdona cuando huele a azufre.
El riesgo que corría Macri ayer era que se produjera la estampida de la gente a los bancos, que los argentinos, expertos en que les vacíen los bolsillos, creyeran que otro «corralito», como el del 2001, les iba a dejar sin blanca y el caos volviera a las calles. El presidente de Argentina sabía que eso podía pasar pero, como dijo su ministro de Economía, Hernán Lacunza, prefirió «pecar de exagerado» con el control cambiario y arriesgarse porque «para recoger el barrilete (la cometa) hay tiempo».
Macri se encerró con sus ministros mientras los bancos quitaban el cerrojo. Observó que el día transcurría más o menos con normalidad, que había algunas colas y que en las «veredas» florecían «los arbolitos» (cambistas ilegales). Pero también vio la realidad que Argentina y el mundo deseaba, que el dólar en cohete se frenó en el aire, que la Bolsa lo celebró con una subida del 6,45 por ciento y que el Fondo Monetario Internacional seguía «al lado de Argentina». Un alivio. Al menos, por un día.
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