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Algo huele a podrido en Alemania

La corrección política ha corrompido al periodismo alemán

Hermann Tertsch

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La prensa alemana respiro aliviada. Toda ella, al unísono. Todos informaban, casi se percibía la satisfacción en las letras, que el autor del atentado con una furgoneta que sembró ayer la muerte en Münster era un loco alemán. «El autor es Jens R. del Sauerland». ... No era un refugiado musulmán invitado por Angela Merkel. Casi se oye el suspiro de alivio. Hasta los muertos parecen importar ya menos. Sin consecuencias políticas. Solo un disgusto. Pintaba mal, porque estos atentados no se puede ocultar como otros delitos, violaciones y acosos que la prensa alemana cubre con el discreto manto de la corrección política. Para evitar bajas pasiones como el racismo. Para impedir que se aprovechen «los malos» que no son los criminales, dicen, sino quienes pretenden sacar «beneficio político» del crimen. Los medios alemanes se han homogeneizado bajo Angela Merkel hasta dar miedo. No porque lo imponga la canciller. Sino porque bajo ella el clima de la corrección política ha alcanzado cotas de negación de la realidad que evocan a aquella prensa de la RDA en la que creció. Con tanta obediencia y ganas de estar dentro, muy dentro, del rebaño.

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